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EN SALUD, ARTE Y SOCIEDAD

El coronavirus chino, propaganda vs realidad

En tanto el Ministerio de Salud Pública realiza evidentes y sostenidos esfuerzos, desplegando y activando con el vigor y en los espacios vinculantes la batería preventiva de recursos y tácticas que el protocolo indica ante la amenaza del coronavirus de Wuhan, las informaciones y hechos sobre la evolución de afectados y muertos causados por este denominado Covid-19 parecen recorrer caminos opuestos.

Según informaciones oficiales, los contagios y muertes por ese coronavirus vienen a la baja. Hace una semana se consideró que en diez días su propagación podría estabilizarse. Sus primeros casos surgieron en la segunda quincena de diciembre, 2019 y fueron informados a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el último día de ese mes.

“In crescendo” ha venido la preocupación mundial ante: a) el aumento de infectados en naciones lejanas a China; b) la cuarentena impuesta a viajeros; el impedimento de ingreso y/o desembarco en sus territorios de pasajeros a bordo de cruceros y aviones en muchas naciones…

La OMS corrió hacia China ante el calificativo “demonio” con que el gobernante chino definió al coronavirus de Wuhan. Los esfuerzos de esa nación por contrarrestar la situación derivada de los contagios y muertes evidenciaron su capacidad de movilizarse hacia un fin dado. Lo demostró construyendo un anexo hospitalario con mil camas en sólo 10 días. Localmente, eso hizo desear que la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) dominicana trajera gente que le enseñe a terminar hospitales en el tiempo prometido.

El crecimiento del coronavirus de Wuhan o Codiv-19 hasta ayer, sin embargo, describía una gráfica ascendente sensiblemente empinada, publicada por el diario español “El País”.

Paralelamente, su letalidad diaria ronda peligrosamente el centenar y su incidencia deviene relativa: un nuevo estudio estableció que su incubación viral, inicialmente establecida en 14, puede alcanzar 24 días, haciendo menos fiable la detección clínica de afectados (y su conteo) por la tardanza en aparecer los síntomas. La gravedad en torno al Codvid-19 quedó al desnudo ayer: el gobierno local de Wuhan extendió la cuarentena, cerrando “todos los complejos residenciales”.

Las cifras colgadas por la OMS en la página de actualización sobre el “Novel Coronavirus (2019-nCov)” fijaron ayer las muertes en 1017, de estas, 24 (2.36%) ocurrieron fuera de China. Lo esperanzador es que los nuevos casos bajaron. De anteayer a ayer: de 3085 a 2560. Lo terrible: en igual lapso la letalidad diaria creció de +97 a +108.

A los ojos del mundo, el coronavirus de Wuhan crea una seria duda sobre el “propagandizado” desarrollo chino. Expone una desigualdad social aumentada con ribetes desconcertantes y, junto a ello, una profunda ingobernabilidad en temas básicos para una nación tan densamente exportadora, comprometida con no transferir daños a sus socios comerciales. Quedó al desnudo el abismo entre desarrollo y tamaño económico.

Sin embargo, se trata de la nación que construyó la Gran Muralla, en un esfuerzo sostenido y asumido como política de Estado. Lo favorable para China es haber descubierto un sensible talón de Aquiles en su gigantesca gestión pública. Una oportunidad para reforzar su calidad inocua ante el mundo.

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