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VIVENCIAS

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Juan F. Puello HerreraSanto Domingo

Que la iglesia en la que se congrega tiene como norma en lo esencial unidad, en lo no esencial (en lo dudoso) tolerancia (libertad), pero sobre todo amor (caridad) en ambas. Para un seguidor de Cristo es vital que sepa diferenciar lo esencial de lo no esencial, porque de no saber apreciarlo se convertirá en un fundamentalista radical con el que no se puede dialogar. El fundamentalismo cristiano es una verdadera desgracia cuando impone un estatuto estricto y no consensuado de la realidad del Evangelio. Esta explicación remite a Hechos 2,44 donde los primeros cristianos vivían unidos y compartían unos con otros lo que tenían; vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno. Unidad que el mismo Jesús (Juan 17, 11) pedía al Padre en su oración. Que nos llama a ponernos de acuerdo para que no haya divisiones (1 Corintios 1, 10). Donde la unidad en el amor de Cristo sea lo que nos lleve a entender nuestro proceso de conversión y a no buscar un interés personal. Es en todo momento volver a lo esencial que es Cristo, dando un sentido auténtico a nuestra vida que está entrelazada con el destino eterno para el cual nos estamos preparando. Se trata que al reordenar nuestra existencia demos importancia a lo que realmente lo tiene, el mensaje cristiano de que Cristo murió, resucitó y está vivo. A sabiendas de esto, ya no será posible seguir esclavizado a la vieja crianza de creer que considerando subjetivamente lo esencial quiera alguien imponer su criterio antojadizamente sin respeto a la persona y sus ideas.

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