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COLABORACIÓN

Vamos a ver qué haremos

Vamos a ver qué haremos en el 2020, pero es evidente que el 2019 fue un año rico en acontecimientos tristes, sobre todo, en cuanto a clima, economía, política y migración, cuatro afectaciones globales: huracanes, inundaciones, sequías prolongadas e incendios forestales que ponen en peligro la estabilidad vital de especies vegetales, animales, la de los seres humanos, por las elevadas temperaturas y fuertes vientos (Australia ha perdido áreas boscosas debido a los incendios por cuatro millones de hectáreas, es decir, el equivalente al territorio de Holanda); también Chile, Brasil, Portugal, España, California etc; la incertidumbre económica agravada por el pulseo de las dos más grandes economías del mundo: USA y China, aunque ambas parecen dispuestas a poner fin a las hostilidades comerciales mediante acuerdos arancelarios; en lo concerniente a la política no han podido las potencias poner fin a los eventos bélicos en Siria, Yemen, Afganistán, Irak, Palestina, y ahora con Irán; y las siempre tensas relaciones con las dos Corea no hay duda que han disminuido, aunque el éxito culminaría cuando se den pasos que lleven al progreso de la desnuclearización de Corea del Norte; y las migraciones humanas siguen siendo un gravísimo problema: océanos y mares convertidos en cementerios y fronteras terrestres vulnerables afectando soberanía y estabilidad política de las naciones impactadas. Un hecho importante ha sido los movimientos sociales por casi todo el planeta: Hong Kong, Chile, Colombia, Europa Central y del Este; Argelia, Venezuela, Bolivia, etc. Es la nueva revolución de la calle, desde luego no es la revolución lumpen, que ha irrumpido con la fuerza del rayo ante unos modelos de sociedades excluyentes, con una combinación de desigualdades económicas, discriminación, supremacismo racista, libertades políticas y feministas, mejor democracia, en fin, reclamos válidos en donde parecería que lo fundamental de los mismos es que “los caminos se abran para todos”. De todos estos conflictos graves nuestra nación no queda exento de una sacudida vista la globalización. Por tanto, en el país esos problemas existen aunque con menor intensidad, algunos, y otros que se agravarían por crisis de autoridad, porque persista el deseo de transitar por la mala democracia, la degradación ambiental, la catastrófica migración haitiana, la alarma de la deuda externa que siempre aparece la amenaza en sí misma de inestabilidad macroeconómica a pesar de las buenas expectativas de crecimiento y de la satisfactoria evolución económica que ha llevado a cabo la gobernación del Banco Central; y geopolítica en donde nuestras autoridades han contribuido a una ruptura histórica -una de las grandes fuentes de irritación para Washington- al establecer relaciones diplomáticas con China que conlleva más riesgos por los procesos económicos, políticos y geoestratégicos que implican como hemos visto mucha fricción. Vamos a ver qué pasa en el 2020 en el mundo, y muy especialmente en la República Dominicana, pero es claro y contundente que necesitaremos de autoridades competentes para que entiendan con precisión y voluntad que el futuro no es lo que va pasar, sino lo que vamos a hacer.

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