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ORLANDO DICE

La compra de votos

Las primarias, además de la derrota de Leonel Fernández, reveló partes íntimas que no eran propias, sino de toda consulta electoral: La compra de votos.

Las auditorías deberán encontrar algo irregular, pues no tendría sentido tanto buscar. Lo que de seguro no hallarán será prueba del sufragio negociado en la calle.

O su efecto real en los resultados.

Un primer informe comprobó que hubo, pero no en magnitudes alarmantes. Un segundo reporte corrigió y puso en alerta para escrutinios futuros.

La cuestión por tanto sigue pendiente, y sobre todo falta un estudio que permita conocer el daño, pues el voto comprado no puede ser decisivo.

El perdedor, para justificarse, exagera.

Aunque no debe olvidarse el elemento principal: es un delito, y sería igual mucho que poco. La comisión del acto define y determina todo.

El spot de la Junta va dirigido al votante, sin duda moralmente responsable, pero lo suyo es pecado, no delito. Falta a la entereza, a la integridad, a la conciencia, se degrada cívicamente, pero no sufre condena.

La ley actúa contra el verdadero infractor, el que soborna, el que con dinero hace cambiar la voluntad del sufragante, el que convierte con dinero un centro de votación en bazar.

A este -claro está- no se le va a convencer con exhortaciones de líderes de opinión ni con inri, sino con persecución, sometimiento y condena.

La iniciativa del organismo es oportuna, pero no suficiente. Vale recordar a los partidos y a los candidatos las consecuencias de la compra de votos.

No es hobbie ni entretenimiento de particulares, sino de políticos que se afanan en esa práctica aberrante. El gobierno lleva la peor parte, a la hora de las acusaciones, pero la verdad que también la oposición incurre en el delito.

Todo candidato avisado, o su partido, guarda una parte de los fondos de campaña para las contingencias del día de las elecciones, y una de esas contingencias es buscar por la izquierda los votos que no pudo conseguir por la derecha.

Esa es la llave que hay que cerrar.

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