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OTEANDO

El último “arjé” de la Corte

Todos saben que “no es lo mismo llamarlo que verlo venir”, que atrás quedaron los días de paseo y marcha de rumbo sur, donde vimos desfilar cortesanos de ayer y de hoy, marcados por el abolengo de la maledicencia, la intriga y oportunismo, azuzando al príncipe al desafío estéril. Todos saben que después de la tempestad volvió la calma aleccionadora que dejó a altivos huérfanos de público, que trocó la antigua asertividad en ambivalencia y cambió la inteligencia política por torpeza.

Y fue así como, para no perder en fama pública lo que ya se había perdido en aritmética partidaria, se recurrió a la fábula y apareció el “Fuego” como primer “arjé”, pero ése no fue convincente y entonces el público se desconcertaba entre el creo y no creo, y exigió más. Los cortesanos de la maledicencia corrieron hacia el príncipe y le gritaron ¡tienes que inventar otro “arjé”, el pueblo no te cree!

El príncipe se mostró confundido. No sabía cuál recurso usar en el caso, si apegarse a los principios que aprendió del maestro o continuar mintiendo, para como quiera, terminar dándole la razón a aquél en su aseveración de que “una mentira solo podía ser sostenida con otra mentira”. Optó por lo último y apareció el “Código Fuente” como segundo “arjé”.

Pero el pueblo tampoco le creyó. La corte entró en pánico. Se mandó a buscar los augures. Al augur mayor se le ocurrió que sería juicioso y creíble -porque así agradaría a los dioses- inventar un tercer y último “arjé” al que deberían llamar “algoritmo”. ¡Eureka! ¡Algoritmo! ¡Pa’lante!

Pero Algoritmo devino natimuerto. Si Fuego y Código Fuente nacieron débiles, éste fue inviable. La gente se indignó y descubrió por completo la intención de subestimar su mediana inteligencia. Cada vez querían oír hablar menos de la Corte. Ésta se fue apagando en la apreciación popular. De vez en cuando un osado cortesano acude al tribunal de elecciones a interpelar auditores externos en busca de otro “arjé”, pero ahora del “arjé” de mayo, que hay que empezar a inventar con tiempo, a ver si cuaja.

Con todo, lo que sí se sabe, es que, en mayo próximo, doce horas después de pasadas las elecciones, en la Plaza de la Bandera, se escuchará el último “arjé” -tropo definidor del fracaso- de la Corte, seguido del triste grito ¡fraude!

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