El tiempo como aliado

Cuando alguien en su enfado sin causa te acorrala y hasta viola normas de ética utilizando personal a tu servicio, hay que recurrir al tiempo como el mejor aliado y este te enseñará la sabiduría del silencio.

Así vemos que, en las fuertes confrontaciones que se producen entre gente que han compartido durante años sus conocimientos, en un abrir y cerrar de ojos los planes a futuro, los sentimientos, las muestras de afecto, y hasta las gratitudes, se desgatan y desaparecen con el tiempo.

Hay quienes afirman convencidos que el tiempo todo lo cambia, y no están equivocados porque con su esencia misteriosa así como fortalece la sinceridad puede también hacer mella en los valores que se aprendieron en la escuela debido a una autosuficiencia que el Papa Francisco denomina tentación de soberbia.

Al tener como aliado al tiempo lo aconsejable es hacer caso omiso a las provocaciones que pretendan alterarnos, y, por el contrario, aquello que originó una molestia hará convertirnos en cierto modo en otras personas. El tiempo todo lo vence, por eso como expresa Joseph Joubert (Pensamientos, IX, 9): “Nunca hay que dolerse del tiempo que ha sido preciso gastar para hacer el bien”.