De inquietud a preocupación

Los números lucen alegres, los porcentajes exagerados y la estrategia engañosa, pero no para el votante, sino para los partidos que postulan candidatos sin liderazgo local.

Competir en un ambiente de mentira no aprovecha, perjudica, y lo peor es que por crear apariencia en febrero, se afecte mayo.

La fanfarronería de enero podría pagarse en febrero si el desenvolvimiento electoral de los partidos en las municipales no responde a la propaganda.

Se sabe por experiencia propia y conocimiento ajeno que las consultas para elegir las autoridades de los pueblos (alcaldías, regidurías y distritos) no convocan igual que las presidenciales.

Ese fenómeno se acepta sin más ni más y no se hace ningún esfuerzo para cambiar o superar la situación. Como si no tuviera causa y todo fuera efecto.

El concepto general es como el bosque que no deja ver los árboles, y en el caso las particularidades. La escogencia fue compleja y la circunstancia diversa.

No fue lo mismo primarias cerradas que abiertas, o la asignación de posiciones electivas en razón de alianzas sin el auspicio de las bases.

Los chismes en política son armas de destrucción masiva, sea que se den en el ejercicio del gobierno, con categoría de Estado, o en una campaña electoral, con desconfianza entre cercanos.

No es lo mismo promover a un compañero de partido, que se conoce por años, que a un aliado que no se asimila y que provoca más resabios que afectos. La incuria es evidente, y excepto casos muy excepcionales, los aspirantes a puestos locales no levantan fervor suficiente para dar por seguro el triunfo.

No se seleccionó con el debido rigor y en muchos lugares se acogió o al primero que se lanzó o al que se entendió indicado natural.

Esa gente podría no estar marcando en las mediciones y explicaría que el sector gobierno y su contraparte oposición creen una nebulosa de encuestas y ofrezcan porcentajes que no se correspondan. Sea como inquietud o intriga el escarceo se suscita, existe, e incluso llama a preocupación, pues hay partidos a los que conviene dar demostración de fuerza.