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POLÍTICA Y CULTURA

¡La lucha por la paz!

La muerte del general Soleimani agrava de manera significativa la posibilidad de un conflicto de mayores proporciones bélicas, en una zona caracterizada por la guerra, la violencia política y religiosa. Aunque no creo que esto pueda propiciar una Tercera Guerra Mundial de dimensiones catastróficas para el mundo, por el hecho de que ni Rusia ni China aparecen implicadas en este conflicto, pienso que este hecho pone de relieve las débiles iniciativas y los inoperantes mecanismos internacionales existentes para posibilitar dirimir las diferencias en el plano del diálogo.

El error mayúsculo de un pensador como Fukuyama, cuando la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, así como el fracaso de la Glasnost y la Perestroika, lo fue, ignorar al hombre, al ser humano que elabora y diseña los sistemas de opresión y organización social. Fukuyama pensó que eliminado el sentido profético del orden social del futuro preconizado por el marxismo, ante la caída de la URSS, cesaban las contradicciones, desaparecían lo conflictos. Y el mundo entraba en un ordenamiento de naciones carentes de rivalidades homicidas y de lucha de clases. Se abstrajo del concepto cardinal del Poder, que es el ejercicio de la autoridad, grupos, sectores o comunidades organizadas, en cuyo origen primario, la opresión consensuada o arbitraria de unos contra otros no prescinde de los ciclos históricos. Para Fukuyama el fin de la historia significaba el fin de las guerras y revoluciones sangrientas, los hombres satisfarían sus necesidades a través de la actividad económica, sin tener que arriesgar sus vidas en campos de batalla. Todo esto sobre la base de disponer de una economía de libre mercado, tener gobiernos representativos y mantener los derechos jurídicos. A la vuelta de pocos años, sin socialismo, con una mezcla de rangos y perfiles socio económicos de distintas magnitudes ideológicas, el mundo sigue ahondando sus diferencias, desatando con furor, como nunca en el pasado, las disputas de la guerra económica por mercados y áreas de dominio cibernético, en una locura exacerbada con aprestos atómicos de exterminio.

Asistimos al fracaso de la idea de Fukuyama, de que, con el establecimiento de la economía de mercado, el mantenimiento de los derechos jurídicos y con tener gobiernos representativos, la humanidad liquidaría los conflictos económicos y sociales. La pérdida de lucidez en el análisis fue subestimar al ser humano, no escarbar en el proceso orgánico, social ideológico de su evolución no sólo económica, tarado aún, por la innumerable presencia de deudas con el animal de donde venimos. La muerte de Soleimani, podría exacerbar la interminable guerra desatada por los antropoides en la prehistoria, y continuada hoy, por locuras mayores e insensatas. Luchar por la Paz es hoy en la historia humana, la bandera que debemos levantar. Ese podría ser el gran salto de la humanidad, después de haber pisado el suelo lunar. Cambiar la mentalidad de guerra y de botín por una posibilidad solidaria y progresista de amor y convivencia.

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