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Febrero no define mayo

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Cristhian JiménezSanto Domingo

Las complejidades e indefiniciones en torno a las elecciones municipales previstas para el 16 de febrero generan incertidumbres que imposibilitan afirmar que reflejarán lo que ocurrirá electoralmente en las presidenciales y congresuales de mayo próximo.

A seis semanas de los comicios faltan por definir candidaturas en contenciosos que ventila el Tribunal Superior Electoral, mientras la Junta Central Electoral abre caminos para auditorías, que rechazan algunos actores políticos y cuyos resultados podrían modificar las aún indefinidas reglas de juego.

El voto preferencial para elegir regidores aumenta las preocupaciones, sobre todo porque falta pericia de votantes y juntas municipales electorales en un proceso que tendrá sistema automatizado en el 60 por ciento de los colegios y boletas en los restantes. La JCE anunció hace varios días la impresión de más de 3 millones de boletas para educación de los electores. Empero, los miembros de las juntas municipales no pudieron ser “entrenados” por falta de recursos, de acuerdo a versiones obtenidas en el TSE.

Lo grave es que JCE y TSE advierten insuficiencias de recursos en ámbitos vitales de los dos procesos y que la solución y decisión dependen exclusivamente del presidente Danilo Medina, el político que tiene más que perder en la actual coyuntura porque sus decisiones han generado heridas en su grupo, que pese a simulaciones no cierran y la división de PLD, que aleja su posibilidad de mantenerse en el poder.

Por otro lado, los tres grandes bloques (PRM, PLD y FP) han improvisado candidaturas, adoptado enmarañadas alianzas y falsos entendimientos, en algunos casos forzados por la ley y reglamentaciones, que generan confusiones en activistas en campaña y en los votantes. Esta situación estaría más clara en las presidenciales y congresuales.

La Fuerza del Pueblo, partido que lidera Leonel Fernández, tiene acuerdos de corto y largo alcance con el PRM y con la plataforma Juntos Podemos, pero en algunos escenarios municipales se enfrentan con dureza y muchos de los expeledeistas votarían por sus antiguos compañeros en Santiago y Santo Domingo Norte, por ejemplo, y hasta en el Distrito Nacional, aunque en este caso las razones son diferentes. No todos los corazones y estómagos permanecen en el mismo cuerpo.

El PLD ha hecho una fuerte campaña para intentar reducir el impacto de la división, minimizando la cantidad de renunciantes, y trata de validarse como estructura partidaria más grande y sólida en el país, con la divulgación de apócrifas encuestas. Esto cubre la debilidad de la candidatura presidencial y busca disminuir el brillo de leonelistas que decidieron quedarse. “El fuerte es el PLD”, sería el razonamiento. Esto no descarta algunas bellaquerías.

Además, el oficialismo derramará abundantes recursos económicos en numerosas pequeñas demarcaciones, que podrían pintar un mapa de aparente dominio morado. Se montaría una aplastante campaña afirmando que “ya el país habló” para tratar de colar la pálida candidatura oficial. Los escenarios son diferentes y la oposición tiene enormes ventajas ante el hartazgo de la población. Febrero no define mayo.

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