Los dominicanos tenemos ante sí el reto de un nuevo año donde vamos a concurrir a dos procesos electorales de gran importancia. En una vamos a elegir a los alcaldes que son, en realidad, la expresión de la democracia y el gobierno local responsable en mucho de la vida de los ciudadanos. En la otra vamos a elegir al hombre que ha de dirigir los destinos nacionales durante los próximos cuatro años, y quizás por otro período igual, una gran responsabilidad, un ejercicio democrático que conlleva el mayor compromiso con el futuro inmediato de todos los dominicanos. Hay que decirlo, las promesas son muchas, las buenas intenciones también, pero hay ausencia de propuestas y ya nos han vendido muchas veces ese cambio, la sonrisa de triunfo y aquellas dolorosas manos limpias que nos trajo hasta una matanza en abril de 1984. Hay que tener eso bien presente. No podemos elegir por salir de un partido. Hay que elegir para lograr paz y progreso, prosperidad y bienestar para todos los dominicanos, en especial para los que menos tienen, y para los jóvenes, dulce esperanza de la patria.