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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Bautismo de niños en la tradición

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Es cierto que en “el Nuevo Testamento no está testificado de manera explícita” el bautismo de niños, pero algunos pasajes parecieran mencionarlo, por ejemplo, cuando Pablo reconoce que bautizó “a la familia de Estéfanas” en 1™ Corintios 1, 16, y cuando leemos que “Lidia recibió el bautismo junto con los de su familia”, ¿dejarían a los niños fuera? Jesús pone a los niños y niñas como modelos para participar en el Reino de Dios, y “hasta les imponía las manos y los bendecía” (Marcos 10, 16). Se sabe que en el cristianismo primitivo el bautismo ocupó el lugar de la circuncisión judía, es de suponer, que también los niños de pecho lo recibieron.

Hay una tradición antiquísima sobre el bautismo de niños de pecho en la Iglesia, solo en los tiempos modernos “se cuestionó su sentido teológico”. Orígenes, que murió hacia el 254, sostenía que la Iglesia “ha recibido de los apóstoles la tradición de bautizar también a los niños”. Es cierto, que en el siglo V hubo ciertas vacilaciones respecto de bautizar a aquellos jóvenes que no dieran señales de poder vivir de acuerdo al bautismo recibido.

Varias veces la Iglesia enseñó oficialmente la legitimidad del bautismo de los niños, así fue en el Concilio de Cartago del 418, en el IV Concilio Lateranense del 1215 y en Concilio de Trento (1545 - 1563), “con todo, no se define la necesidad de dicho bautismo en sentido estricto”. Lutero, Calvino y los católicos estuvieron de acuerdo respecto al bautismo de los niños y juntos se opusieron a los anabaptistas, aquellos hermanos cristianos, que rechazando el bautismo de niños, lo repetían en los adultos (ver Wolfgang Beinert, Diccionario de Teología Dogmática, 1990, 90-92).

El bautismo de niños recibió un impulso decisivo con San Agustín que los consideraba miembros de una humanidad pecadora, “sin el bautismo, no podían salvarse”. Durante la Edad Media se mitigó esta condena con el limbo, “un lugar de felicidad natural, pero sin los gozos de los bienaventurados” (Rausch, 2016, 141-142).

La Iglesia Católica exhorta a bautizar a los niños pequeños y sostiene que, dada la voluntad salvífica universal del Señor (1™ Timoteo 2, 4), hay un camino de salvación para los niños muertos sin bautizar (Catecismo No. 1261). Veamos algunas razones para bautizar niños.

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