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DAR EL EJEMPLO

En esta época especial…

En la recta final de este año ya casi viejo y a la vuelta de la esquina de uno nuevo, son diversos los proyectos que fueron posibles materializar y otros tantos que todavía esperan en carpeta.

Con aciertos y desaciertos en el plano personal; con metas cumplidas y otras que se quedan en el tintero en el plano social-ciudadano. Así se nos va el 2019, año que nos deja muchas enseñanzas para dar la bienvenida a uno nuevo, corrigiendo errores y enderezando caminos.

La llegada de un año diferente siempre trae consigo lluvias de esperanzas, de que tendremos hermosos amaneceres y seremos capaces de superar escollos que nos mantuvieron perturbados. También para recomenzar un mañana de optimismo y sobrecargado de fe.

Son infinitos los planes que en todo el mundo se tejen para estas fechas, con seres humanos confiados en que con voluntad férrea y horizontes bien definidos se pueden cosechar resultados acordes con nuestras expectativas.

Y sin embargo hay quienes simplemente ven esta época como una ocasión propicia para compartir y celebrar la vida, de múltiples formas. A quienes se inclinan por esta celebración, el consejo recurrente es hacerlo con moderación y sin alejarse del motivo esencial de estas fiestas, que es recordar el nacimiento de Jesús, el hijo de Dios.

Para los que en Él creemos, fiel e irrenunciablemente, pensamos que la mejor manera de conmemorar ese acontecimiento único en el mundo, es haciendo que el Cristo vivo renazca en nuestros corazones y actuar en consonancia con sus prédicas y mandatos.

Si somos verdaderos cristianos, igual seremos cabezas de familia inteligentes, al menos lo suficiente para guiarla por senderos firmes, que es lo que necesita nuestra sociedad en estos momentos.

Ese debería ser uno de los principales retos para asumir en el 2020, consolidar nuestro compromiso en pro de tener núcleos familiares más fuertes y comprometidos con la construcción de un mundo distinto, menos fraccionado y más dado a la unidad y al amor desinteresado al prójimo.

Y no puedo terminar mis parabienes para el año entrante, sin desear que la armonía y la capacidad de discernimiento prevalezcan en el próximo año electoral.

En esa coyuntura, es cuando debemos hacer valer el amor que decimos sentir por nuestra patria, echando a un lado rencores y resentimientos surgidos de esas apetencias personales tan comunes en el ámbito político.

Que el Señor ilumine nuestras vidas y nos haga instrumento de Su santa paz. ¡Feliz Navidad!.

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