El observatorio

El que una Organización No Gubernamental (ONG) haitiana haya anunciado la puesta en marcha de un observatorio para combatir la supuesta trata de personas y alegadas violaciones a los derechos humanos en la frontera dominico-haitiana es un derecho que le asiste, como el que nos asiste a nosotros para establecer los controles migratorios correspondientes.

Según anunciaran sus directivos, la ONG repartirá activistas por toda la franja fronteriza en procura de “documentar” los casos que se presenten, anunciando que entre los objetivos de la entidad está el de “salvar vidas” de sus compatriotas (...). “¡No a la esclavitud moderna!” reza el lema del Observatorio en una rimbombancia propia del que busca sonido mediático para, a través del tremendismo, procurar un ambiente adverso desconociendo situaciones que son de hecho, de derecho, pero sobre todo de soberanía, porque deportar a un ilegal no es ningún crimen. Para nadie es un secreto que, pese a las voces interesadas (y pagadas) en presentar lo contrario, República Dominicana ha sido el mejor amigo y el mejor vecino que ha tenido Haití. La solidaridad en materia laboral, de salud, migratoria y en educación que históricamente se les ha brindado a los haitianos ha sido, incluso, hasta más de lo razonable.

Aquí no hay nada que ocultar. Por eso es muy improbable, que salvo casos aislados y que siempre sucederán donde hay roces humanos, el Observatorio pueda sustentar con realidades las pretendidas razones de su creación. Y es que en nuestro país no solo se respetan los derechos humanos, sino que los haitianos han sido los principales depositarios de la generosidad nacional.