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FE Y ACONTECER

“¿Eres tú el que ha de venir…?”

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Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

Tercer Domingo de Adviento - Ciclo A 15 de diciembre, 2019

El Tercer Domingo de Adviento o Domingo. Este domingo se hace un alto a medio camino en un Tiempo que es de carácter penitencial, y significa la cercanía de la venida del Señor. Está marcado por un Nuevo Invitatorio, la Iglesia no sólo invita a los fieles a adorar “al Señor que viene”, sino que les llama a una liturgia de alegría porque “el Señor está ahora aquí y al alcance de la mano”.

a) Del profeta Isaías 35, 1-6a.10.

Este hermoso texto de Isaías describe un Israel liberado en un festivo retorno a su tierra. El profeta pinta con vivos colores la tierra de Judá e Israel convertida en un vergel, “el desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepaÖ Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarón” (v.1-2). En cuanto a los habitantes, en ellos descubrirán la gloria del Señor abriendo los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos, robusteciendo los pies de los cojos y guiando a los peregrinos vacilantes. También se refiere Isaías al regreso de los desterrados en Babilonia, “volverán los rescatados del Señor, vendrán a Sión con cánticos”. Es como un nuevo Éxodo del que nacerá un nuevo Pueblo morador de la Jerusalén reconstruida.

b) De la Carta de el Apóstol Santiago 5, 7-10.

El Apóstol Santiago exhorta a la fortaleza evangélica en la espera paciente y activa de la venida del Señor, imitando la esperanza del que siembra y el aguante de los profetas. Esa paciencia vigilante y activa se fundamenta en la esperanza y es la expresión dinámica de la misma, porque es la praxis del esperar. Por lo mismo, debe ser una actitud fundamental del creyente que, imbuido de un espíritu y talante evangélico de pobre, recibe gozoso el anuncio de la liberación. La esperanza cristiana no es optimismo ingenuo ni droga alienante sino respuesta, la única válida, al deseo incombustible de felicidad plena. El cristiano debe ser consecuente con la fe que profesa y su testimonio de vida.

c) Del Evangelio de San Mateo 11, 2-11.

El Bautista desde la cárcel, envía dos de sus discípulos a preguntar a Jesus: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” (v.3). Al responderles, Jesús se refiere a los signos que se corresponden con lo que había profetizado Isaías. Las sanaciones que se anuncian son signo mesiánico de la presencia de Dios y su Reino liberador en la persona de Cristo en quien se realizan las profecías del Antiguo Testamento junto al anuncio de la Buena Nueva a los pobres.

Al marcharse los discípulos de Juan, Jesús da un magnífico testimonio de él (vv.7-11). Asegurando que el Bautista es el más grande de los profetas, anunciado por Malaquías como el “mensajero del Señor” por excelencia. Aquí radica su grandeza, incluso entre todos los nacidos de mujer. Aunque Jesús añade: “No obstante, el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él” (v.11).

Cristo es la nueva Alianza y en su sangre se funda la salvación y la filiación divina, en las que entra su discípulo. Él es nuestra esperanza y nuestro gozo.

Fuentes: Luis Alonso Schˆkel: La Biblia de Nuestro Pueblo. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.

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