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EN LA DIANA

Anormalidad cambiaria

Primer Tiro Algo huele mal y algo anda mal en los mercados cambiarios financieros, pues a pesar de la gran unificación cambiaria de principios de octubre, y de la intensa flexibilización monetaria de los meses de junio y julio, las tasas de interés están mostrando una tendencia marcadamente creciente, y la brecha entre el tipo de cambio promedio de las operaciones cambiarias normales que publica el Banco Central y el tipo de cambio de las grandes operaciones marginales se ha ampliado hasta el 1.13%. Si ambos fenómenos son estrictamente anormales (las tasas de interés debieron y/o deberían estar bajando después de la reducción de 75 puntos básicos en la Tasa de Política Monetaria -TPM- del Banco Central, y la unificación cambiaria cerró la brecha con una excesiva devaluación anualizada del 5.3%), entonces lo que huele mal o anda mal son las expectativas contaminadas y distorsionadas por el panorama político.

Segundo Tiro Esta columna ha planteado y defendido la hipótesis de que en la situación producida por la unificación cambiaria de octubre, la moneda nacional estaría subvaluada, es decir, el tipo de cambio nominal está por encima de su valor o nivel de equilibrio, lo que debía desencadenar el inicio de la reducción de todas las tasas de interés. Pero a pesar de esto, y en contra de lo que predice la teoría y lo pronosticado en esta columna, durante los meses de octubre y noviembre las tasas de interés activas y pasivas se mantuvieron muy por encima del nivel que tenían al inicio del mes junio, mes previo (línea base) al inicio de la flexibilización monetaria expansiva del Banco Central, y lo que es todavía más sorprendente, durante lo que va del cursante mes, la tendencia de todas las tasas de interés es hacia una alza más pronunciada. Pero aunque algo anda mal, el incremento simultáneo de brecha cambiaria y de las tasas de interés son fenómenos consistentes con el deterioro de las expectativas.

Tercer Tiro Aunque no se han deteriorado los fundamentos macroeconómicos de la estabilidad (el solo aumento del flujo de inversión extranjera más que compensa la reducción de los ingresos del turismo), es muy probable que a principios de año se produzca un cambio hacia una posición de política monetaria consistente en el aumento de los riesgos percibidos, y las lecturas del contexto y del panorama así lo indican. Pero no hay que hacer mucho esfuerzo para saber que lo que huele mal es precisamente un riesgo percibido que merma la eficacia de la política monetaria, y que pone a los actores a percibir olores que están más allá de las facultades olfativas. Pero el riesgo de un desbordamiento del gasto público existe, y es ahora la variable fundamental a ser evaluada. El gran problema de los inversionistas y empresarios será determinar la probabilidad de que el Banco Central actúe en función del riesgo percibido, o de que lo haga solo cuando vea señales desestabilizadoras de origen fiscal. En cualquier escenario, la probabilidad de un cambio en la posición de la política monetaria actual es mayor que cero. Pero podría ser también altamente probable que los mercados estén sobredimensionando o sobreadelantándose a una amenaza de riesgo difícil de evaluar y cuantificar. Pero de que le huele mal no hay dudas.

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