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Los abusadores

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CRISTHIAN JIMÉNEZSanto Domingo

Pese al ruido, la sangre, la corrupción y complicidad de importantes autoridades civiles y de uniformes y otras perturbaciones temporales, los “abusadores” como César Emilio Peralta son actores coyunturales, desechables y cuyos sustitutos están en camino o asomados al escenario.

Peralta hablará a funcionarios norteamericanos que utilizarán las informaciones discrecionalmente, sin importar lo que haya ocurrido en el país y nos tendremos que conformar con especulaciones sobre cancelaciones de visado y otras murmuraciones. El abusador pasará al anecdotario criollo como otros sujetos dominicanos y extranjeros que disfrutaron minutos estelares en “la civilización del espectáculo”.

Queda, claro está, un daño social enorme y una suerte de resaca moral colectiva.

Un individuo de bajo estrato social, millonario repentino por su vinculación a negocios ilegales, precisa de reconocimiento social, mostrar que es “exitoso”, visibilizándose y de paso poniendo fin a su corto viaje.

Otros, más hábiles y peligrosos, han penetrado sigilosamente al Estado y se han instalado para siempre. No hay violencia convencional, pero despliegan fuerzas que desplazan placas tectónicas.

Aquel, violento, “bárbaro”, corrompe cierto nivel de autoridad por “servicios prestados” y hasta presume del poder directo que ejerce sobre quienes deberían perseguirle por sus acciones criminales.

Los invisibles se han asentado en los partidos políticos y participan en decisiones importantes que definen candidaturas de elección popular, puestos en las altas cortes, proyectos en el Congreso y contratos locales e internacionales. Control absoluto y solo con actividades de “lícito comercio”. Estos ven pasar a los “administradores” políticos, aunque en ocasiones permanecen unidos por jugosos negocios.

El fantoche es instintivo y fanfarrón. Le place generar cierto terror. Y ahora con la vigencia de las redes sociales es sujeto de intensa exhibición virtual.

Los que integran el poder verdadero y permanente se manejan como una mafia, en la acepción clásica.

“El fenómeno mafia implica una interesante paradoja que se puede formular en los siguientes términos: crimen de muy alta intensidad y muy baja visibilidad”, dice Jean Francois Gayraud en “El G9 de las mafias del mundo”.

“Esta paradoja -agrega- no es casual, pues la fuerza de las mafias reside precisamente en su capacidad para permanecer invisibles”.

Estos influyentes grupos laboran intensamente en definiciones en el actual proceso electoral con miras a las municipales de febrero y las presidenciales y congresuales de mayo del 2020 de manera “soterrada y persistente”.

Los “abusadores” estarán en municipios y barrios con los candidatos de menor cuantía...Algunos trepan un poco más alto.

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