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En tu cumpleaños, papá

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Yvelisse Prats Ramírez De PérezSanto Domingo

Hoy, mis recuerdos están alborotados. Mañana es 8 de diciembre, y mi papá nació un día similar; celebrábamos todos los años en casa, como si fuera una fiesta nacional.

Desde los tramos de mi biblioteca me hacen señas algunos de los viejos libros de la suya, que fue el entorno seguro y libre que me rodeó en mi niñez. Sus autores se los dedicaron a papá, y son fiel testimonio de lo que él era antes de que Trujillo castrara sus sueños, como a tantos de su generación.

José Ingenieros lo saludó como a uno de “los jóvenes moralistas sin dogma”. Jules Supervielle, el poeta francés nacido en Uruguay, le testifica “su alta estimación literaria”, Rómulo Gallegos lo saluda como a “hermano en el ideal bolivariano”. Juana de Ibarbourou, al remitirle su libro “Las lenguas de diamante” se refiere al Poema Nupcial, como “moderno emocionado, digno de la preciosura que es ella”, Juan Bosch le ofrece amistad y respeto desde las páginas introductorias de “Camino Real” y “La Mañosa”, Mariátegui le trasmite desde sus “Siete ensayos sobre la realidad peruana”, la admiración “por su estilo másculo y su idealismo sin fronteras”. El maestro cubano Enrique José Varona, califica de “dignos de aplausos son sus esfuerzos, de aplausos y emulación aquí y allá”.

Las desvaídas letras de esos escritores, luchadores y artistas dan testimonio póstumo de una buena, solidaria relación. Se mantenían unidos en la lucha valiente por construir “el espíritu de la renovación”, que es por cierto el título de uno de los pocos libros que publicó papá.

Desde “El Paladión” asociado a un grupo de dominicanos soñadores, cálidos y moralistas, papá escribió, estudió y combatió por la “revolución de los espíritus” por la que propugnó Henry Barbousse. En sus artículos diarios, periodista de vocación, guerrero por conciencia, papá vertía su vibrante adhesión a las mejores causas, el socialismo puro de los saintsimonianos; el gremialismo Fourierista; la independencia de Puerto Rico; la “pura y simple” frente a la intervención norteamericana; el indio americanismo de Haya de la Torre; la reforma universitaria de Córdoba, y, la liberación femenina. Muchos de estos temas me los traspasó porque siguen vigentes, y todavía hay que escribir y pelear por ellos.

Lo evoco, en medio de los libros amontonados y las animadas tertulias que caracterizaban la cotidianidad de nuestra casa y nuestra vida, recibiendo mucha gente con los brazos abiertos, pródigo de risas y del poco dinero que ganaba y repartía como si hubiera hecho votos de pobreza y de entrega a los demás.

¿A quién evoco en este cumpleaños, al papá que me enseñó a leer y a escribir con pasión, que me impulsó a andar rompiendo tabúes, a creer que era bueno ser mujer, que se puede dar coces al aguijón si se siente fe en una causa y en uno mismo?

¿O añoro al papá más doméstico e íntimo, el de las desentonadas “nanas” de mis desvelos nocturnos, que aún enfermo, pobre y avejentado me miraba de frente cuando llegaba herida de la calle, y me ponía a recuperar el valor para seguir adelante?

Lo necesito a él. Por eso mañana me acurrucaré en su recuerdo. Feliz cumpleaños papá.

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