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DAR EL EJEMPLO

¡Así no se hace campaña!

Como suele pasar en cada jornada electoral, la campaña sucia ha vuelto a emerger en la presente coyuntura, dejando un lastre de especulaciones, acusaciones y señalamientos infundados contra el candidato oficialista. Siempre he sido una fiel abanderada de las campañas basadas en propuestas, en ideas y presentación de proyectos viables, tal y como indicaba en la entrega anterior de esta columna.

Entonces resulta contraproducente que luego de varios años sea justamente ahora que se intente desprestigiar a un candidato presidencial, cuando a nadie se le ocurrió acusarlo ni involucrarlo en nada pecaminoso mientras ocupó una función pública.

Gonzalo Castillo fue ministro de Obras Públicas y Comunicaciones durante varios años. Su gestión fue incluso reconocida por sectores no necesariamente alineados con el partido de Gobierno.

Pero como el ejercicio político está sujeto a toda clase de ataques, a veces inmisericordes y con la sola intención de dañar, a nadie ha de extrañar que surjan campañas de descrédito, con la sola intención de bajar niveles de popularidad ante el electorado o vender la imagen de que el Estado estaría mal dirigido.

Así no se hace campaña política. La gente espera que los aspirantes a cargos electivos hablen de los problemas que nos arropan, que nos den esperanzas y nos digan cómo podemos afrontar los desafíos que nos depara el futuro como nación. Los gobernados quieren, exigen y desean que los candidatos a la Presidencia de la República respondan sus inquietudes y expectativas sobre las aspiraciones de cambio y transformación en las que tanto hemos insistido. Eso quiere República Dominicana, que se deje de jugar sucio en tiempos de campaña electoral, sacando trapitos al sol que no hacen más que hacerle ojitos lindos a unos y manchar la moral de otros. Basta ya de diseminar calumnias disfrazadas de sanos propósitos. El pueblo no es tonto y sabe, por fortuna, cuándo se le quiere tomar el pelo, con informaciones concebidas para favorecer intereses conocidos. ¿Qué credibilidad pueden tener esos señalamientos, partiendo de que cuando nos vamos al fondo de la cuestión no son más que en gran marullo de valoraciones subjetivas?

No presumo ser la voz que clama en el desierto, pero seguiré firme en la idea de que es posible convencer al electorado sin la exposición de rencores ni resentimientos. Sí se puede construir nuevas formas de ganar el favor de los votantes, sin inventos ni mentiras.

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