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Que nos cubran sus alas

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Yvelisse Prats Ramírez de PérezSanto Domingo

Hace muchos años, está en la leyenda y en la historia, unas hermosas doncellas vivían en esta media isla verdiazul, protegidas como princesas, criadas en un hogar donde sus sueños volaban hacia el cielo, como mariposas.

Las hermanas eran puras y alegres, ingenuas y dulces. Creían en que el paisaje agreste que rodeaba su casa era una estampa terrenal del paraíso del que le hablaba el sacerdote los domingos en misa, la paz y la amistad reinando en los bohíos y en los sembrados, el trabajo de día, las noches plácidas de descanso hasta que los gallos despertaban los ánimos de nuevo.

Un día, un vecino visitó la casa de las doncellas, y el escenario ideal comenzó a resquebrajarse, dejando ver cosas feas, atemorizantes.

El campesino, desencajado, relató una historia de terror: despojo de su parcela, acoso a hija adolescente de parte del comandante policial, que la violó finalmente. Las doncellas no entendían bien todo lo que escucharon escondidas detrás de una puerta, pero sienten los sollozos de su madre, y los muchos denuestos del padre, intuyeron que su pequeño paraíso terrenal se derrumbaba.

Empiezan, entonces, a indagar, a preguntar, y eso las llevó a leer mucho, y a sacar conclusiones, analizando con otros amigos y familiares esta versión sombría. Los abusos y los crímenes se comentaban en voz baja, enardecían los ánimos ya despiertos de las doncellas.

Y, como en toda historia que se respeta surgió la epopeya, las muchachitas sonrientes se transformaron en lo que llamaría la Fundación Friedrich Ebert, “Agentes de Cambio”, convertidas en rebeldes asqueadas ante la tiranía que mataba y violaba mujeres, y esclavizaba a los hombres. Decidieron dedicar su existencia a liberar la patria de esa ignominia. Y conspiraron.

Los novios, esposos más tarde, fueron también compañeros de lucha. El círculo virtuoso se fue ampliando. Así, de la casa acogedora, del paraje Ojo de Agua, en Salcedo, fue surgiendo, creciendo, una gesta, que tomó nombre “14 de Junio” para honrar la fecha en que otros valientes vinieron al país a combatir la tiranía y fueron aniquilados.

También se exacerbaron quienes gobernaban, sin freno golpearon, asesinaron por doquier. Un día aciago, de vuelta de visitar en la cárcel a esposos prisioneros, las tres doncellas, transformadas ahora en combatientes, fueron asesinadas en la carretera. Mataron sus cuerpos, más no sus espíritus. Convertidas en Mariposas, han acompañado grandes efemérides nacionales e internacionales.

Volaron sobre la ciudad en armas en la Revolución de Abril. Se posaron en el Palacio Nacional cuando don Antonio libertó presos y abrió fronteras a exiliados.

¿Dónde estarán posadas las Mariposas el próximo lunes 25, día en que en el año 1981 las Naciones Unidas las honraron declarando Día Internacional Contra la Violencia de Género, la fecha en que las asesinó Trujillo?

Lo sé. Lo intuyo porque conozco la potencia y la intención con que mueven sus alas. Patria, Minerva, María Teresa, también Dedé, Mariposas de la Patria, estarán volando y protegiendo la marcha que muchas mujeres dominicanas realizaremos para demandar ¡ni una más! O sea, la erradicación del feminicidio. ¡Que nos cubran sus alas!

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