Educar para la carrera de la vida

En mi experiencia de 13 años como profesor universitario he podido comprobar que, además de académicamente, a los estudiantes hay que formarlos para la vida y para que sean mejores seres humanos.

Es un aspecto en el que lamentablemente no enfatizan las universidades del país, tan enfocadas exclusivamente en transmitir conocimientos y capacitación, ahora de una forma más intensiva, por los constantes cambios que se verifican en un mundo normado por las modernas tecnologías de la comunicación y la información.

En una reciente cátedra en la universidad privada donde imparto docencia, como parte de una tarea asignada, salieron a flote algunos dilemas del diario vivir de mis estudiantes, en sus relaciones con familiares, amigos, compañeros de trabajo y otras personas de su entorno.

Ese día tuve que dejar a un lado la labor de educador para inocular optimismo, perseverancia, esperanza, gratitud, perdón, sacrificio, tolerancia, compasión, empatía, misericordia, paciencia, prudencia, sensibilidad, honestidad y otros valores tan necesarios para tener una mejor actitud ante la vida, así como para forjar relaciones duraderas y eficaces.

Cité en un artículo anterior cómo la Universidad de Puerto Rico, en su recinto Mayagüez, creó un Departamento de Orientación y Servicios Médicos, así como una Oficina de Calidad de Vida, con psicólogos y consejeros que trabajan con los problemas del diario vivir de los estudiantes que podrían estar bajo riesgo por la ansiedad, depresión, trastornos de la personalidad y cualquier otra condición de salud mental que atente contra su salud física y emocional.

La academia también implementa, consciente del apoyo que puede brindar a sus estudiantes en ese ámbito, el Programa de Servicios Integrales de Salud al Adolescente bajo el lema “Abracemos la vida”, un modelo para definir los asuntos que pueden contribuir a un comportamiento suicida.

Con la Oficina de Calidad de Vida procuran concienciar y educar a la comunidad universitaria sobre el bienestar pleno, prevención de hostigamiento y asalto sexual, violencia, agresión y seguridad en el campus y áreas adyacentes.

Esa dependencia de la academia puertorriqueña desarrolla programas para prevenir problemas que puedan afectar a la comunidad estudiantil en la consecución de sus metas, al tiempo de ofrecerles alternativas para desarrollar estilos de vida saludables y ayudarlos a ser mejores seres humanos.

Se trata de una valiosa iniciativa que bien pudieran replicar las universidades dominicanas. Sería una manera de poner el foco en otro componente tan importante como el académico, para entregar a la sociedad egresados cada día más preparados para ejercer apropiadamente la profesión que eligieron y la carrera de la vida.