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ORLANDO DICE

Juego de versiones

El juego de las versiones es como juntar las partes de un espejo roto con un pegamento malo. Nunca el espejo será como antes.

Cuentan en los predios del PRM que Carolina Mejía, su secretaria general, hizo una rabieta porque Luis Abinader llevaba la negociación con los partidos a lo Frank Sinatra.

A su manera.

En las mismas fuentes se dice que pidió a Salvador Ramos que le diera un vistazo al documento, y que su inquietud era lo mucho que se le estaba dando a Leonel Fernández.

La verdad que sí, 11 de 24 senadores, sin que quede claro qué se recibirá a cambio. Ella no asistió al acto de firmas, y no se supo que estuviera enferma.

Hipólito Mejía declaró que no sería obstáculo para ese entendimiento, pero que no se juntaría con personajes de la historia como Roberto Rosario.

Dicho y hecho.

Sin embargo, su nieto, Juan Garrigó, hijo de Carolina, si parece que tuvo que ver con la elaboración del muñeco acuerdo, y también cara a cara con Rosario.

Una vez en la casa de Sergia Elena de Séliman y otra en la de José Frank Peña Guaba. ¿Cómo discurrió el encuentro? Dos relatos, y ambos contradictorios.

Uno dice que Garrigó hizo desplante a Rosario y que se negó a compartir en la ocasión. Juan me respondió por medio de un tercero que vio a Roberto, pero que no hubo comunicación ni problema. Rosario a su vez refiere que cometió la falta de no reconocerlo y saludarlo cuando coincidieron, pero que al saber quién era, pidió disculpas a través de la anfitriona. Que en otra oportunidad si le habló y se excusó de nuevo, ya de manera personal. Niega la ocurrencia y considera al nieto de Hipólito “un muchacho muy decente”.

Como decía al principio, difícil juntar las partes de un espejo roto, y no tanto por el cristal, materia transparente, sino por el pegamento. Un acuerdo entre 12 partidos no sería un dominio fácil, como no lo fue el gobierno de las 12 tribus de Israel.

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