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COLABORACIÓN

¡Inaceptable!

Sería inaceptable que después de Danilo Medina ejercer el poder, tengamos que abogar por una regeneración democrática. La pluralidad en la sociedad nacional ha sido debilitada en forma sostenida. Hemos venido observando en el partido oficial un seguidismo tan incondicional de gente con fe vacilante con los principios y valores, ¡con la Carta Fundacional del PLD!, y la misma democracia; fe que se retroalimenta de ventajismo y del oportunismo, que es una actitud propia de gente que desanda por la política, un verdadero culto a lo falso solo visto en tiempos cuando gobierna el personalismo absorbente. Así han sido engullidos, absorbidos por la antilógica el PLD y sus órganos directivos, y se monta una corriente de desconstitucionalización y reforma al galope, la estructuración en términos personales de una sola identidad en las altas cortes y, como si cuanto peor, mejor, la exhibición de un comportamiento autoritario en el territorio en donde se asienta la democracia, concluyendo en unas “primarias ilegítimas”, según el observatorio de P. C. Todo esto como si se tratara de implementar fórmulas de organización social y política que dibujan un nuevo marco a la institucionalidad democrática, una nueva base en la que las estructuras vigentes se trastocan para dar cabida a una suerte de Estado dentro del Estado. No sé si todo esto tiene un origen doctrinal que se remonta a la experiencia de los que mandan, pero la visible debilidad democrática del país es preocupación de amplios sectores nacionales. El Gobierno, que parece enfrentarse ahora a una política de hostigamiento en el Congreso y a una falta de gobernabilidad por el propio atrincheramiento de sus fuerzas exhibiendo como todo un éxito la ruptura de las fidelidades partidarias fraguadas sobre la base de los decretos, arrastra con este proceder una calificación de verdadera corrupción política, y tratará con todos los medios a su alcance de favorecer la continuidad, que como está la situación resultaría incomprensible.

Seamos conscientes que a la democracia dominicana hay que liberarla de ese estereotipo histórico de la compra-soborno-alquiler, esa suerte de apetito logístico en que ha derivado la actividad política, y que deduzco es la preocupación de las autoridades norteamericanas que con frecuencia inusitada se hacen presentes para amansar el poder.

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