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OTEANDO

Parcialidad, política y mediocridad

Un hombre puede ser parcial, un hombre debe ser parcial, tiene que ser parcial, más aún cuando se desempeña en la política partidista; ella reclama parcialidad, orientación y definición de objetivos colectivos y particulares. Los seres humanos con sentido de grandeza, y más particularmente con sentido de grandeza política, se habitúan a vivir la parcialidad ajena asumiendo una suerte de alteridad que repele la mediocridad como sentimiento y conducta.

Con frecuencia no se elige de golpe y porrazo una orientación política determinada, ella se va construyendo por la obligada interacción a que estamos sometidos en nuestros respectivos ámbitos de desempeño. Esa interacción crea vínculos deducidos de perspectivas que se corresponden, de coincidencias racionales y emocionales que dejan a la persona, no atrapada, sino gustosamente incluida en un colectivo definido por una visión ideológica común.

Los días que vivimos nos muestran infinidad de seres humanos -políticos por vocación o aspiración- con intolerancia extrema a la parcialidad, desarrollan su sentido de la política como una relación entre siervos y señores, pero, sobre todo, con una repulsión obsesiva por quienes no están de su lado. Deseado es el día en que, como los ingleses o los norteamericanos, un primer ministro o un presidente elija en su gabinete a uno o varios de quienes les hicieron oposición para servir juntos al país, solo tomando en cuenta sus competencias.

Digo todo lo anterior para que se sepa cómo concibo la política, antes de pasar a hacer una advertencia a todos los miembros del Partido de la Liberación Dominicana que se han quedado en él en esta coyuntura y que están llamados a compartir “militancia” con algunas figuras vinculadas a los que se marcharon, debido a que éstas se quedaron “jurando” lealtad a su partido. Deben tener mucho cuidado. Tengo por casos los de algunos amigos, a quienes estimo sinceramente, los cuales se quedaron en su partido. Les he visto en las redes pronunciar un discurso “peledeistas”, sin embargo, sus colaboradores más cercanos, incluidos algunos con programas de televisión, se la pasan despotricando al gobierno y coincidiendo con el lenguaje y reclamo de quienes ya se saben derrotados, un lenguaje de denuncia anticipada de fraude y de descrédito de la Junta Central Electoral.

¡Ojo avizor! Hace tiempo que dejé de ser sensor de conductas humanas -no soy Dios-, pero, por sus frutos los conoceréis.

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