VIVENCIAS
El mal tesoro del corazón
Hay gente que está tan “funfundida” como dice uno de mis nietos pequeños, al no saber discernir sobre el mal tesoro que se esconde en la sima de sus más oscuros desenfrenos y que no solo no reconoce, sino que hace acopio de valores morales que no practica.
Es muy fácil sorprender y confundir a los lectores con una prosa de engañifa que además no aporta nada que no sean palabras sin ningún ordenamiento lógico y las expresiones trilladas de siempre. En ese sentido Nicolas Boileau Despréaux en El arte poético expresa que el que no sabe limitarse jamás sabrá escribir.
Desde esa perspectiva, en ese mal tesoro del corazón se anida la violencia, el irrespeto, la malicia, la murmuración, la mordacidad, la exclusión, los chismes, la exclusión, la ironía y el sarcasmo (esto dos últimos que difieren en el fin que se persigue).
Cicerón escribió en Disputationes Tusculanae que el que confía en la escritura sus pensamientos sin ser capaz de disponerlos acertadamente, no de embellecerlos, ni de extender sobre ellos cierto encanto que atraiga al lector, abusa desmedidamente de sus propios ocios y de las letras. No olvidemos que “el hombre bueno, saca lo bueno del buen tesoro de su corazón. El hombre malo, saca lo malo del mal tesoro de su corazón; porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6, 45).