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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Jesús de Nazaret no fue fundamentalista

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Para algunas personas, basta abrir la Biblia, leerla y aplicar lo que leemos a la situación que enfrentamos.

Fundamentan su pensamiento y sus decisiones en una interpretación literal del texto de las Sagradas Escrituras.

Si aparece en la Biblia hay que tenerlo por verdadero, tal cual y llevarlo a la práctica al pie de la letra.

Esa no fue la actitud de Jesús de Nazaret, porque tenía clara conciencia de ser el único intérprete cualificado de las Sagradas Escrituras producidas por su pueblo Israel, bajo la inspiración del Espíritu Santo, según creemos los cristianos. En Éxodo 21, 24 leemos: “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie”. En Mateo 5, 38 - 48, Jesús se atrevió a criticar y descalificar este pasaje de la Escritura ofreciendo a sus oyentes la interpretación que él tenía por verdadera y colocando a sus oyentes delante de una exigencia mayor que el texto de la Escritura: “Ustedes han oído que se dijo: ´Ojo por ojo y diente por diente.ª Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra.”

Luego descalifica el pasaje bíblico donde se pide odiar a los enemigos: “Ustedes han oído que se dijo: ´Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo.ª Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene? También los cobradores de impuestos lo hacen. Y si saludan sólo a sus amigos, ¿qué tiene de especial? También los paganos se comportan así. Por su parte, sean ustedes perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el Cielo.”

La lectura que hace Jesús de la Biblia nos lleva mucho más allá de su texto y nos coloca delante de la lealtad gratuita del Padre.

Quien lee la Biblia está invitado a dejarse llevar hasta la presencia del Padre, pues Él la inspiró. La meta no es repetir un texto, sino vivir la plenitud del amor leal del Padre.

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