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JCE: derechos y garantías

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

La JCE y los partidos políticos, quizá apostando a la simplificación y a que el país corriera al ritmo de la modernidad, cayeron en la trampa de implementar el voto electrónico en las recién pasadas primarias, pese a no ser un sistema confiable y que, por la vulnerabilidad, Alemania y otros lugares lo han declarado inconstitucional. Y no era para menos, si algo que aquí se vendió como la panacea, donde se han dado las rectificaciones legales se comprobó que el ágil mecanismo no era confiable y que, como plantea Transparencia Internacional, “pone en peligro el sagrado ejercicio del sufragio”. Justamente, porque reapareció el fantasma de la desconfianza fue que el órgano electoral no llegó a usar los equipos -muy costosos, por cierto- comprados para los comicios del 2016. De haber procedido las organizaciones políticas -hoy con ojo avizor frente a los procesos en agenda- como Fuente Ovejuna (todas a una), la JCE y su pleno no se habrían embarcado en una peligrosa aventura que, cuando menos, ha acarreado muchas dudas, ha enrarecido el ambiente político-institucional del país y la división formal del partido de gobierno. ¿Acaso no sería como si, en términos de democracia y de derechos y garantías electorales, “la montaña pariera un ratón”?. Si las violaciones e irregularidades evidenciadas el día de las primarias del 6 de octubre no animaron a la JCE a anular las votaciones, como hubiese ocurrido en otro país de democracia e instituciones fuertes, la experiencia reciente arroja elementos de sobra como para que no se vuelva a hablar -ni a inventar- con el tema del voto automatizado en los eventos de febrero y mayo, casi aquí. Por suerte, el titular de la JCE adelantó que si no hay consenso -y no lo habrá, porque la mayoría de los partidos no van a “afilar cuchillo para sus gargantas”- se volvería a las boletas. Y no es cuestión de contar rápido y cerrar temprano (¿?), sino de contar bien y lo real; de evitar que se tuerza la voluntad del votante, y que unos resultados eventualmente cuestionados se lleven de paro una imagen que los actuales miembros ya habían logrado recuperar. De ahí que, sin más rebuscar, la JCE -por la paz social y el bien de todos- no debe “chocar con la misma piedra” e insistir con un sistema que, de entrada, ha dejado ruidos y traumas en el PLD, en el régimen electoral y en el país. Y no por los equipos, sino por la acción humana.

Nota: ¿Qué logra el PLD cerrándole paso a Leonel, que no sea victimizarlo y ayudar a más apoyos?

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