Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

DOSSIER DIPLOMÁTICO

Diplomacia: control de la gestión

Avatar del Listín Diario
MANUEL MORALES LAMASanto Domingo

En el ámbito de las relaciones diplomáticas de hoy, la efectividad de las acciones enfocadas en gran medida a los asuntos económicos y comerciales, que responda a una bien sustentada planificación, constituye un factor esencial “para la eficacia de una bien fundamentada estrategia de inserción activa de un país en la competencia económica internacional, tanto en el plano global como en el de las respectivas regiones, comenzando por aquella que es la propia del respectivo país”. (F. Peña).

En tal contexto, el jefe de misión diplomática, como representante del Estado tiene el deber ineludible de estar fielmente comprometido en la defensa de los intereses fundamentales del país. Igualmente, debe contar con la imprescindible y bien fundamentada capacitación que demanda el ejercicio eficiente de sus responsabilidades. Asimismo, debe estar dotado de la vocación de servicio que exige la función de protección y, evidentemente, de la indispensable “responsabilidad laboral”.

Tal como coinciden en afirmar tratadistas contemporáneos, entre las obligaciones del jefe de misión está “velar y hacer que se respete la dignidad del país que representan a través de sus nacionales”, ya sean individuos, instituciones o empresas, dentro de los límites permitidos por el Derecho internacional.

Igual sucede con la función de observación “e información” requerida a la misión diplomática, que resulta esencial para planear y conducir efectivamente las relaciones bilaterales, y para emprender negociaciones de diverso carácter con el Estado receptor.

El funcionario del Servicio Exterior, al asumir sus responsabilidades tendrá presente que existen medidas de control y “monitoreo” (supervisión), con el propósito de garantizar el fiel cumplimiento de sus obligaciones.

Podría señalarse al respecto, que al jefe de misión se le requerirá presentar “un plan anual de gestión de cobertura amplia”, que defina claramente los programas y proyectos (con sus respectivas acciones) para cada aspecto de su responsabilidad y jurisdicción. Este plan debe estar alineado a las metas y objetivos previamente determinados, al establecer con precisión los medios para cada asunto en particular, y estar acompañado de un cronograma que permita dar seguimiento a su ejecución, tanto dentro de la misión como desde la propia Cancillería. El plan de gestión debe elaborarse en el último trimestre de cada año e iniciar su ejecución la primera semana del año. Al comienzo de una gestión diplomática, debe presentarse este plan en los primeros quince días de iniciadas las funciones. Las embajadas y consulados, como otras entidades del Estado, deben elaborar (para su posterior ejecución) el Plan Operativo Anual (POA), adaptado metodológicamente a la estrategia establecida. Este será presentado, como se consignó para el plan precitado, en el último trimestre del año y su ejecución conlleva, obviamente, supervisión y control.

Otro método de control y “monitoreo”, que corresponde más bien a la diplomacia clásica, es el que se ejecuta a través de “inspectores de embajadas” (y consulados). Actualmente, los avances tecnológicos facilitan las correspondientes labores de control y supervisión y, consecuentemente, “la intervención personal” de dichos “inspectores” tiende a limitarse a cuando las circunstancias lo exijan. Sin embargo, determinados países se valen de ese sistema con carácter permanente, mediante un estricto mecanismo institucional de ejecución.

Tags relacionados