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EN SALUD, ARTE Y SOCIEDAD

Presupuesto: la salud pública bajo amenaza de un tsunami

El cambio climático, la desigualdad social; el peligro progresivo de incremento sustancial de una pobreza, derivado de la cada vez más insistentemente pregonada desaceleración económica; la licuación de los roles de los gobiernos locales; la pérdida de empleos en sectores económicos troncales, junto a la imposición de la desregulación como norma vigente en crecientes ámbitos, constituyen una sumatoria de factores que, juntos y actuando en sincronía, pueden amenazar con desencadenar un Tsunami social cuyos oleajes podrían impactar sobre el sistema de salud con potencia destructiva e imprevisible.

Esos elementos tendrían pre garantizada la eficacia al actuar sobre ciudades con tránsito conflictuado y deficitarias infraestructuras de higiene y saneamiento. En nuestro caso, una capital hedionda por doquier, más bajo el calor intenso. Desde sus cloacas, soterradas o a cielo abierto (las llamadas “cañadas”), emerge el insufrible tufo putrefacto.

Serían devastadores los efectos de tal Tsunami sobre los componentes de salud de ese sistema de seguridad social que complacido “adecua” sus coberturas, mediante reingenierías financieras y de costos, ante el estancamiento o el peligro recesivo sobre el trabajo y el poder de demanda de los sueldos y salarios.

Agreguemos la pérdida de capacidad de las familias para incorporar una cultura de vida saludable en sus entornos: tomados por las inundaciones; la falta de higiene, de suministro de agua y de drenaje; de la consecuente proliferación de mosquitos, animales y alimañas, vectores de peligrosas y hasta letales enfermedades.

En el centro de tal Tsunami, el tráfico mundial de porquerías; la imposibilidad de activar políticas de salud permanentes. No hay manera que los fondos asignados a la salud mantengan vigentes y activos los programas definidos y acreditados como indispensables para enfrentar tal cúmulo de calamidades. Un continuum funcional básico dado el carácter cuasi mono estacionario de nuestro clima, por obviedades geográficas.

En esa demanda de abiertas y urgentes respuestas del sistema contra las amenazas y hostilidades socioeconómicas y naturales, ¿dónde colocar a los prestadores: médicos y enfermeras?

El pago anual de un galeno básico en Estados Unidos supera la friolera de US$180 mil al año, mayor que nueve millones de pesos anuales. ¿Qué puede el sistema hacer al respecto, para que al menos los especialistas se residencien en los hospitales por un tercio de esa paga?

Como vemos, poseemos un sistema de salud mágico, afincado sobre sólidas abnegaciones. Pese a batallar entre adversidades, logra ganar, paso a paso, importantes batallas. Se impone sobre los embates: heroico, luchando y presentando resistencia en los frentes que ha sido o puede ser retado, en la coyuntura actual o en aquella que esperamos sufrir nunca.

Pero el huevo de tal Tsunami empolla bajo el calor de las sierpes. Su destino es morder la calidad de la salud. Desde su inframundo y con furia de Titanes, las fuerzas naturales y socioeconómicas que lo nutren expelen sus tóxicos vapores. Evitemos escenario tal. Sobre él poco podrán nuestras incipientes capacidades. Aumentar el presupuesto a la salud y la inversión pública en este campo es lo indispensable.

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