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EL BULEVAR DE LA VIDA

Un Partido partido

Nuestra advertencia es vieja: el día en que en unas elecciones un Partido venza al otro por menos de 50,000 votos, ocurrirá una crisis que pondrá en peligro nuestra imperfecta democracia. Aunque esta vez no se trató de dos organizaciones enfrentadas, sino de un Partido partido por la mitad, los efectos dañinos podrían ser muy similares, debido a la incidencia del PLD en la vida nacional a partir de su control de los poderes del Estado después de casi 20 años de gobierno.

El problema de estas primarias moradas ha sido que la ventaja de Fernández sobre Gonzalo no fue lo suficientemente alta para evitar que las tradicionales marrullerías cambiaran el nombre del ganador. Precisamente, unas marrullerías, irregularidades, inequidades, perversiones, que han sido el común denominador de prácticamente todos nuestros procesos electorales, con mayor o menor disimulo y/o acierto.

En 2007, Danilo perdió de Leonel, como Mejía y Abinader lo hicieron frente a Medina en 2012 y 2016, respectivamente, sólo que, en estos casos, la gran ventaja evitaba el conflicto. Si en 2012, la ventaja de Medina sobre Mejía hubiese sido por 26,000 votos y no por 290,000, la historia hubiese sido otra. Tanto Medina (2002), como Mejía (2012) o Abinader (2016), saben que perdieron de su contrincante, solo que no con los resultados que en cada una de esas elecciones presentó la JCE.

Aquí, en las elecciones -como si se tratara de un casino-, la casa/el Estado no siempre gana, pero siempre juega con ventaja. Esta vez, la escasa ventaja de Fernández permitió que variase el nombre del ganador, y lo demás es y será historia, como lo fue en 2007, 2012, y 2016. (¡Y pensar que mucha gente -y especialmente muchos peledeístas- creyeron que cuando la vicepresidente Cedeño habló del “perder-perder” que la confrontación Medina VS. Fernández significaba, había cometido un exabrupto!)

Este striptease ético del PLD es una clara advertencia a una oposición que, desde ya, y aprovechando tanta santa preocupación de los fácticos poderes, -con llamada de Pompeo, incluida-, debería condicionar su participación en las próximas elecciones a que sean llevadas hasta su mínima expresión las prácticas marrulleras de la cultura política dominicana, para lo que solo falta voluntad política, pues las leyes ya las tenemos. Para encontrarle sentido a la democracia nada hay como la posibilidad de perderla. En esa andamos.

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