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FE Y ACONTECER

“¿Acaso, no han quedado limpios los diez?”

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Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

a) Del Segundo libro de los Reyes 5, 14-17.

Los milagros del profeta Eliseo en favor de los hijos de Israel son muy conocidos, en este domingo podemos constatar el que hace en favor de Naamán, el sirio, quien era muy poderoso, pero aquejado de una enfermedad en la piel. El profeta le manda un recado: “Ve y lávate siete veces en el Jordán y tu carne se limpiará” (v.10). Encolerizado, porque el profeta no se molestó en atenderlo personalmente y llamado a la cordura, acepta la palabra del profeta a través de la insinuación de unos siervos, al fin, obedece, baja al Jordán, se sumerge siete veces y su carne queda limpia de la terrible enfermedad.

Al ver los resultados, Naamán encuentra a Dios a través de su curación y hace una profesión de fe: “Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel” (v.15). Está claro que la fuerza salvadora de Dios se manifiesta en las cosas pequeñas, por medio de testigos.

b) De la Segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 2, 8-13.

San Pablo asocia los sufrimientos que debe padecer a los sufrimientos de Cristo y los padece con valentía por sus seguidores, por eso insiste: “todo lo sufro por los elegidos de Dios para que... alcancen la salvación y la gloria eterna” (v.10), él como ministro del Evangelio permanece vigilante y fiel, su seguimiento es radical y auténtico.

La misión evangelizadora es ardua y exige un valor a toda prueba, el evangelizador nunca puede avergonzarse de dar testimonio de su Señor ni acobardarse ante los ultrajes y humillaciones que le aguarden. Aún en la cárcel, San Pablo afirma que la palabra de Dios no está encadenada, es libre y nos hace libre, a pesar de las ataduras físicas.

c) Del Evangelio de San Lucas 17, 11-19.

En este fragmento encontramos ciertas similitudes con la primera lectura: en ambos casos se trata de enfermedades cutáneas, un sirio por Eliseo y diez leprosos por parte de Jesús. Naamán volvió a dar gracias al profeta. De los curados por Jesús, sólo un extranjero volvió a expresarle su gratitud. Jesús resalta la fe del samaritano que, agradecido, se postra ante Él: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”.

Los milagros de Jesús son señales de la presencia salvadora del Reino de Dios y parte integrante de la Buena Nueva que el Señor anunció con palabras y obras. Estos milagros más que apoyar la fe en Jesús, que se daba ciertamente, brotaban de la fe previa en Él, es decir, era la fe la que suscitaba la acción del poder divino que tenía Jesús. El dicho popular “la fe hace milagros” es de una certera exactitud bíblica.

En muchas de sus curaciones Jesús repite: “Tu fe te ha curado o salvado, vete en paz”. La fe que Jesús pedía como premisa para sus milagros era una, al menos inicial en su persona como Mesías enviado por Dios. Cada milagro de Jesús proclama que Él es fuente de vida, salud, esperanza y liberación para todas las personas que Dios ama. La intención y el significado más profundo de los milagros de Jesús radican en su misterio pascual, en su victoria sobre la muerte por medio de su resurrección.

Fuentes: Luis Alonso Schökel: La Biblia de Nuestro Pueblo. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.

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