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EL BULEVAR DE LA VIDA

Día D

El Día D confirmó pronósticos, descubrió realidades. Como tantas veces advertimos, por repetir lo repetido digamos que en esas primarias uno debía ganar, pero el otro no podía perder (y no perdió). No podía perder, porque en un país institucionalmente débil, sin frenos éticos, y con una cultura de fraude electoral, socialmente aceptada, al Estado solo se le puede vencer si existe una grave crisis económica y/o una gran pérdida de popularidad, que no es el caso del actual gobierno, sino todo lo contrario.

Desde que en 1966 las tropas gringas instalaron a Balaguer como Presidente, hasta ayer, ha pasado igual. En esta ocasión, abortado el intento de repostulación presidencial por una arrogante llamada imperial y definitiva (con nota de prensa incluida), el sector Medina se las “jugó” todas, y para que no hubiera duda de su decisión, nombró al mismísimo gabinete de gobierno para dirigir la campaña, mientras la JCE, distraída, probaba los equipos, citaba a Campoamor y la oposición jugaba al “topao libertando”, como si no pasara nada.

Si algo faltaba, el departamento de Estado (a través de su USAID) se ocupó de financiar directamente la observación electoral a través de una de las organizaciones ungidas por él para estas labores, lo que es una manera de tener cierto control y capacidad de negociación para el día en que le toque derrotar a alguien o hacer ganar a alguno. Todo apunta a que el Departamento de Estado apuesta, si no a sacar al PLD del poder, por lo menos a debilitarlo, preocupado porque ese partido morado de victoria en victoria, por controlar, controla ya hasta el bar de Sabina.

La víctima de este 6-O 2019 no fue el Bosch de 1966/1990; el Peña Gómez de 1994, Jaime David de 1999, ni el mismísimo Danilo de 2008, sino un Leonel que confió demasiado en su abismal ventaja sobre un adversario señalado de emergencia. Olvidando que, por lo menos en 1996 y en 2008, él fue el beneficiario de esas irregularidades, inequidades y marrullerías con que toda la partidocracia compite, y que son las mismas que en 20 años el PLD no ha sido capaz de disminuir sino de ampliar y perfeccionar. Llamemos a Voltaire y a Umbrales, que los partidos, ya ve, como los pueblos o los hombres, solo aprenden sufriendo... o perdiendo. Con lo linda que estaba la mar.

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