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Leonel y el volver

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

A partir de la percepción de una mayoría de los ciudadanos, del sólido posicionamiento que registran los números de las encuestas serias y de los demás factores que se le suman a la condición de haber sido tres veces Presidente de la República, el doctor Leonel Fernández está llamado a ganar las primarias de su partido, triunfar en las elecciones nacionales y volver a gobernar el país por un cuarto período. Por su experiencia y las dotes como estadista acreditado internacionalmente, el titular del PLD luce ante los más sensatos y las cabezas mejor amuebladas como el gobernante que le conviene al país en la difícil coyuntura del 2020, frente a la realidad de un mundo global y una sociedad del conocimiento. Asimismo, ante los grandes enredos de geopolítica y los agraves problemas económicos, migratorios y de otros órdenes a heredar en el plano interno. El hombre que comparte con Danilo Medina el liderazgo político respondió hace poco que quería volver a la Presidencia “para devolverle la esperanza al pueblo, y adecentar el ejercicio de la política”. Más reciente, dejó sentado que las personas que formen parte de un cuarto gobierno suyo deberán asumir “un compromiso de integridad y de honestidad con el pueblo dominicano”. Y en verdad, soy de los que creen que Leonel -sin tinte de retaliador ni de sectario- está obligado a volver al poder, a superarse a sí mismo y a venir renovado, para reivindicar su nombre y la gestión de tres períodos de señalados errores, vicios o culpas, que él, que estaba en la cúspide y delegó hasta perder el control de muchos asuntos de Estado (?, no manejó en lo personal, sino que fueron responsabilidad de ministros, directores generales y personajes del Partido que, una vez fuera del poder, devinieron en ácidos verdugos y en detractores de su figura y de su obra (¿). Me adelanto a creer que el doctor Fernández solo aspire a volver a gobernar el país por otros cuatro años, lo suficiente para revertir los lastres que hayan podido desdorar una impronta gubernamental caracterizada por una sabida visión de desarrollo y de modernidad palpable, asumiendo que ya está más que realizado políticamente y que ahora el gobierno a trabajar sería el de la historia. Para ello, un Leonel menos permisivo y más cuidadoso de lo que hacen otros en las narices o en sus espaldas (¿) deberá venir virado, con nueva gente y caras frescas, aunque “sacrifique” a fieles de muchos años, enviándoles a representar al país en otras tierras. Sería lo menos.

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