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OTEANDO

Gonzalo, discurso y retórica

El jueves pasado, en el marco de una interesante peña a la que asisto para aprender de mis mejores amigos, se puso como tema las competencias de Gonzalo Castillo para el discurso. Surgió, como por arte de magia, una miríada de conjeturas sobre el particular: para unos era preciso distinguir el tipo de discurso del que tratábamos, otros reclamaban definir el concepto de discurso, los más avezados no desaprovecharon entonces este planteamiento recurriendo a cita de autoridad para dar sostén a sus argumentos. Surgieron entonces las perspectivas antropológicas, sociológicas, filosóficas, psicológicas e históricas del discurso; y fue así como empecé a sentirla en mi entorno la presencia de Chomsky, Foucault, Ricoeur y Steiner, entre otros, pero solo como convidados de piedra.

Del extremo opuesto al lugar en que me senté surgió la voz de un avezado periodista, digno de mi mayor respeto y exclamó: “Gonzalo sí tiene discurso, lo que él no tiene es retórica”. Aquello reclamó en mí un ejercicio retrospectivo acerca de la idea de la retórica en su sentido más estricto y más particularmente el que le asignaron los sofistas, sus mejores cultores. Recordé --y esto ya lo había escrito en un artículo anterior citando a Steiner- que aquellos eran capaces de “defender, con idéntico brío artificioso”, cualquiera de dos tesis antagónicas haciéndolas parecer igualmente verdaderas y factibles. Me concentré nuevamente en Gonzalo Castillo y me dije: es verdad, Gonzalo no tiene las habilidades argumentativas para el discurso mentiroso y utilitarista a que nos tienen acostumbrados muchos políticos dominicanos, porque no está en su esencia el engaño ni mucho menos la maledicencia. Es un líder funcional -para tomar prestada una expresión de mi admirada Rosario Espinal-, que conversa con los demás con el corazón abierto de par en par, pero sobre todo propositivo, que tiene una visión del Estado y conecta con su pueblo a la hora de explicársela; un pueblo que lo entiende, no solo porque advierte franqueza, sino porque tiene como referencia de su más sencilla expresión discursiva la gestión de Gonzalo y sus competencias para la gerencia pública.

Gonzalo tiene el discurso contentivo de propuestas de soluciones porque, al final, a eso se contrae -en palabras de Julio Colomer- la política, a gestionar conflictos para proveer bienes públicos. Gonzalo, como Danilo, nos brinda un nuevo liderazgo que combina la ilustración con la funcionalidad, un liderazgo funcional.

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