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EL BULEVAR DE LA VIDA

Argumentando contra el éxito

Lo del Dr. Balaguer fue su despacho, hasta donde llegaba la corrupción que él propiciaba, pero no entraba; se detenía temerosa ante este misterioso señor, cuyo único gran amor (salvo una Lucía que nunca olvidó) fue el Poder y algún libro. Vivía en la “parteatrás” de una casa donde el tirano que era su jefe le obligó a mudarse cuando lo hizo ministro. En 12 años hizo 300 millonarios, pero nunca tuvo una cuenta bancaria. No. El problema del doctor frente a la historia nunca será la ética de su persona, sino la estética de su poder, la liturgia de la muerte y sus quebrantos.

En el caso de los peledeístas, el despacho había sido hasta hace poco el Sistema Único de Beneficiarios, pero ya ni ante el Siuben se detienen los señores, y por ahí andan, abusando de su voto duro agradecido por tanto 9-1-1, Senasa, tanda extendida, estancias infantiles y, por supuesto, abusando de las torpezas de borracho en misa que en ocasiones comete la oposición.

Ni siquiera se salva la niña linda de los ojos gubernamentales, su instrumento más útil para mejorar la aplicación de sus políticas sociales, porque en un momento de suprema locura, alguien decidió que desprestigiándolo dañaba a su coordinadora general, la vicepresidente Cedeño, olvidando que la muy señora ha superado peores atentados de muerte moral y, junto a Medina y Fernández ha seguido siendo una de los tres peledeístas mejor valorados por el electorado. Los peledeístas deberían saberlo: No se difama el camello al que tendrá que subirse el candidato para vender los avances sociales de todos los gobiernos peledeístas y dije todos.

Esposa de uno, amiga del otro y compañera de ambos, Margarita debió ser la “sangre nueva” de un acuerdo entre los dos viejecitos que han llevado al PLD al poder en cinco ocasiones, responsables ambos de todo lo bueno y lo malo que ese partido ha hecho desde el gobierno.

Yerran los fanatizados seguidores Leonel y de Danilo. Ninguno de los dos señores puede ir solo a la gloria de sus realizaciones ni al infierno de sus fracasos. Al panteón de los héroes o a las alcantarillas de la historia irán juntitos o no irá ninguno, entre el peligroso espanto que sería confundir la lluvia con el llanto. Joder. ¡Qué difícil esto de argumentar contra el éxito!

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