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EL CORRER DE LOS DÍAS

Áureo skeleton

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Marcio Veloz MaggioloSanto Domingo

Me interrogo, y un pensamiento, al verte, me bautiza en palabras. En signos, en coma, en punto y coma, en diéresis, en aurora boreal, en logos repetido. (Soy la repetición que revocada se repite en si misma en tu skeleton) En Andrómeda llena de conmiseraciones. En relatos ocultos tras la orilla del tiempo. Por eso te interrogo y te respondo. Quiero saber de mi lo que tú has sido, lo que ha quedado al borde de las dudas. Conforme a William Blake son un poeta y debo soportar el peso de los siglos sin abandonar nunca, la música y jamás la acuarela que enaltece. Que el logos sea mi ritmo entre metáforas. Consagración del viejo escapulario roto, disgregación de espacios. Misteriosa energía que va y vuelve a su tiempo; la conversión del druida en un santo patrón indiferente. La luz hecha materia confundible.

Me interrogo y prosterno, me interrogo y tontos universos ruedan en el billar de Juancho, en mi tierra de origen, Villa Francisca en flor.

La energía, según Tesla, se transforma en materia, con universos fijos y pétalos-perfume de alguna flor de infancia. La flor que me enviaras, la respuesta florida que se añubla en el tiempo. Los pétalos que copian tu voz maravillosa.

Me interrogo y fluyen, ¡ah!, volcanes, personajes en cierne, apellidos cansados, ADN repartido que se hace partidario provisional de un tiempo entre barreras.

Me interrogo y te miro llena de inexistencia y cargada de cielo, donde la egolatría se ha disuelto y me mira. Entonces me interrogo. En el ego renegado. ( ¿De qué vale el recuerdo, viruta del pasado, serrín de cuanto ha sido?). Solo soñar a partir de los sueños y de la senilidad que da la indiferencia cuando se torna muerte.

(Aquiles, su talón repoblado de flechas. Creonte interponiéndose al flujo del espíritu que escapa). Agamenón ampliando laberintos.

Las sístoles y diástoles en una lucha a vida que es una lucha a muerte, y el teclado sonoro de mi computadora repartiendo indolencias: nombres como aguacate, carímbala, estornino, soledades y voces de los traspatios, santos buscando altares desprovistos de sitios, ansias del todavía. La soledad creciendo, me interrogo, y sólo las penumbras literarias, las memorias, la espada delirante, las tormentas, vuelven a mí, y empujan lo que ha sido, soy un tanto del juego a ras de suelo, y agreden cuanto he sido.

Haber sido es la fronda de un árbol sin respuesta, carencia de palabras, silogismos de un tiempo con calles sin asfalto, y turbios callejones que inauguran la noche de los Ayuntamientos definiendo basuras.

Para sentir el ser, la algarroba, un presidio cabal de la naturaleza que espolvorea los sueños, vales como la oruga que fermenta sus alas, manera de probarlas imitando la brisa. De toda mariposa está el gusano, cuyo esqueleto áureo se transforma en la seda.

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