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EN RELEVO

El problema de vestirse con lo ajeno

Inicia una semana decisiva para el Partido de la Liberación Dominicana y, en particular, para la corriente que orienta el presidente Medina, quien en los próximos días deberá decidir quién competirá con el expresidente Fernández en representación de sus fuerzas políticas en las primarias del próximo 6 de octubre.

La capacidad de enfrentar con éxito a Leonel será directamente proporcional a la facultad de Danilo para unificar su corriente. Un trance que parece dificultarse a partir del malestar surgido entre algunos aspirantes, tras la entrada a escena del exministro de Obras Públicas Gonzalo Castillo. Una incursión que ya provocó una declinación y que parece resquebrajar el pacto de apoyos recíprocos.

Y si bien las molestias se comprenden -aparece a última hora, mostrando músculos financieros que rayan en el abuso-, esos aspirantes debieron saber que quien se viste con lo ajeno en cualquier momento lo dejan desnudo. Y cuando el dueño de los ropajes reunió en marzo del año 2018 a un grupo de dirigentes para motivarlos a lanzar una candidatura presidencial, Castillo estuvo entre los convidados. De aquellos ocho, seis lanzaron aspiraciones y dos decidieron esperar. Francisco Javier García, al parecer aleccionado por el proceso del 2016, se preservó esperando señales más claras que, evidentemente, nunca asomaron. Mientras Gonzalo apostó a una reforma constitucional y se mantuvo al frente de un poderoso ministerio, lo que de alguna forma le permitió cobijar a buena parte de ese danilismo que se mantuvo aferrado a la ilusión reeleccionista sin decantarse por ninguna oferta dentro de la corriente.

Todo indica que tras la declinatoria del mandatario esas estructuras fueron puestas al servicio del proyecto presidencial de Gonzalo, desatando disgustos entre los seis que tuvieron la valentía y el arrojo de lanzarse, asumiendo el riesgo de pasmarse, como en efecto ocurrió.

Porque ciertamente Danilo mantuvo represada su gente. A sus legisladores y alcaldes, miembros del Comité Político y del Comité Central, y las estructuras internas y externas que siguen su liderazgo. Hizo lo que entendía le convenía y extendió las expectativas sobre una posible reelección, hasta el límite de la prudencia, creando una represa que, sin dudas, mermó la capacidad de crecimiento de los proyectos que se fraguaban en su entorno.

Pero esos aspirantes no deben culpar al Presidente si tras su declinatoria surgieron proyectos que en pocas semanas superaron en preferencias a otros con muchos años a cuesta de supuestos trabajos políticos.

Porque de la misma forma que Danilo no debía señalar a ninguno con el dedo, no podía limitar las aspiraciones de nadie. Pero, incluso si se inclina por uno, sea por acción u omisión, realidad o apariencia, estaría en todo su derecho y nadie debe molestarse. Al final usted presta su “flu” a quien le venga en ganas y entienda que mejor luce.

Y si bien Danilo tampoco puede forzar declinatorias, los no agraciados actuarían sabiamente si se acogen al pacto y apoyan al “ungido”. Les conviene eludir errores suicidas, como sería en este proceso, abandonar el nido para intentar batir sus propias alas. O peor, para volar a la madriguera del frente.

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