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OTEANDO

¡Qué pretexto!

El narcotráfico existe porque también existen quienes ofertan y quienes demandan la droga. Se ha dicho que, en nuestra región, Perú, Venezuela y Colombia son los mayores oferentes, mientras que Estados Unidos de América el mayor demandante. Nuestro país hace, entonces, el papel de puente entre aquellas naciones y ésta.

¿Nos deja esa condición de puente libres de los daños que causa ese flagelo? En modo alguno. Desde hace décadas escuchamos a las propias autoridades revelar -pareciendo más empleados de la Oficina Nacional de Estadísticas que verdaderos persecutores del delito de tráfico de estupefacientes- la cantidad de “puntos” de ventas de drogas que existen en el país, lo cual constituye una verdadera vergüenza, pues, si tengo identificado esos puntos, lo más natural es que persiga y someta a la justicia a sus propietarios. Pero no, con el pretexto de que el desmonte de esos puntos impediría la captura de los llamados “pejes gordos”, se deja los famosos “puntos” seguir operando y envenenando nuestra juventud en el marco de la más franca impunidad.

Lo anterior me hace evocar lo dicho por un ex zar antidrogas en el sentido de que “la lucha contra la droga deja más que la droga misma” y me hace cuestionarme hasta qué punto, algunos dominicanos, están luchando contra las drogas, porque parece que muchos juegan a hacer como que persiguen y otros a hacer como que se asustan. La cuestión hace que algunos conjeturen en el sentido de que las naciones con grandes consumidores, conscientes de la dependencia de las drogas de una parte de su población, arman esta parafernalia persecutora con la idea de evitar un supuesto mal mayor.

Pero lo cierto es que estamos hartos ya de que en nuestro país aparezcan, de tiempo en tiempo, los famosos capos, líderes de redes de narcotraficantes a quienes las autoridades nunca habían apresado, supuestamente porque, hasta el momento de su apresamiento, solo constituían vendedores de “poca monta”. Y es así como vemos aparecer estos grotescos personajes que logran atraer a su corte, incluso, a personas que parecieron tener nivel moral suficiente como para abominar esos entornos.La lógica indica que si extingo la operación de distribución a menudeo el proveedor mayor no tendrá mercado y se deberá ir a otro lugar. ¡Comiencen, señores autoridades del Ministerio Público y la DNCD! ¡El país los necesita!

El autor es abogado y politólogo.

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