Tiempo para el Alma

“Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad, pues tu promesa ha superado tu renombre”. Sal. 138: 2.

Siempre queda pequeña la palabra gracias. Como el grano de mostaza, como el borde de un manto atrapado en un puño desesperado, como una migaja debajo de una mesa, como una mordida de un pescado multiplicado, como un niño un pesebre, como una estrella a lo lejos, en el firmamento infinito que creaste. Tu misericordia lo supera todo; tu palabra trasciende mi entendimiento y más, aún, tu acción en mi vida no tiene explicación sino en el gran amor, el de la sangre y la cruz. Gracias por tu amor y tu verdad, mi Dios. Amén.