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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

¿Reconstruir Roma o la Iglesia?

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

El 15 de marzo del 2018, se derrumbó una sección de 53 metros de un puente peatonal, construido sobre la calle 8 del Sur Oeste de Miami. Murieron seis personas y otras ocho resultaron heridas por las 950 toneladas de la sección. Antes, se habían señalado grietas. Se quería reforzar la estructura. No se interrumpió el tráfico. Pensaron que el problema podía remediarse en el futuro.

Durante el siglo XV hubo muchas denuncias de grietas en la Iglesia. Se temía un derrumbe. Roma descuidó el Evangelio.

G. Martina (1970) lo expresó así: “La máxima atención de los pontífices se centraba en la conservación y restauración del Estado, que hasta entonces, más que una unidad política había sido un conjunto de feudos medio independientes” (Tomo I, 84).

El 29 de septiembre de 1420, entraba en Roma Martín V, papa electo en el Concilio de Constanza. Terminaba un cisma de más de 40 años. En Roma todo era ruina y desorden. Mientras Florencia y Venecia florecían, Roma yacía en una lamentable decadencia. Martín V defendió a los judíos y condenó los bautismos compulsivos de niños judíos menores de 12 años.

Los que tildan a la Iglesia de enemiga de la cultura y las artes dan risa. El problema fue otro: ¡El liderazgo católico abrazó con ingenuo entusiasmo el Renacimiento!

Basten dos ejemplos: Nicolás V (1447-1455) puso las bases de la extraordinaria Biblioteca Vaticana. Hasta encuadernó en plata algunas de las obras. Sixto IV (1471-1484) todavía amplió las adquisiciones de la Biblioteca, construyó la Capilla Sixtina y un puente sobre el Tíber. Mejoró la salubridad de Roma. La Fontana de Trevi refrescó a sus visitantes con aguas del Quirinal.

Pero, salvo excepciones honrosas, ni los papas, ni las altas jerarquías de la Iglesia escucharon el clamor de los predicadores que exigían una reforma en la Iglesia. Habrá que esperar a Adriano VI (1522-1523), el último papa no italiano antes de Juan Pablo II, para conocer a un papa austero. Fue en el movimiento espiritual llamado la “devotio moderna”, que florecieron muchas ansias de reforma. Los papas se dedicaron a fortalecer su propio poder y encumbrar a sus familiares. Los veremos en ese orden: el clamor de reforma, la “devotio moderna”, la afirmación del poder papal y el nepotismo.

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