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EN RELEVO

Quien siembra vientos...

A nadie debió sorprender la confirmación de Radhamés Camacho en la presidencia de la Cámara de Diputados. Salvo a ingenuos que esperaban se diera cumplimiento a un acuerdo de alternabilidad que se alcanzó en circunstancias radicalmente diferentes de las actuales, y suponían que en medio de las pugnacidades existentes el sector mayoritario dentro del Partido de la Liberación Dominicana cedería un espacio de poder importante a una minoría pugnaz que, en palabras del presidente Medina, le adversa de forma agresiva, despiadada, irrespetuosa y desconsiderada.

Quienes reclaman cumplimiento del acuerdo parecen olvidar como en supuesta defensa de la Constitución los leonelistas se colocaron por encima de las instituciones partidarias e irrespetaron el centralismo democrático, protagonizaron enfrentamientos con policías y militares, provocaron el lanzamiento de bombas lacrimógenas y organizaron protestas acarreando turbas de motoconchistas y toda suerte de lúmpenes al Palacio del Congreso, que controla y dirige el partido que preside su líder.

Reclaman cumplimiento del acuerdo, pero fue el leonelismo que fraccionó al PLD en la Cámara y creó una especie de bloquecito paralelo que se dedicó a acusar, insultar y desconsiderar a compañeros de bancada y a otros colegas de partidos de oposición, que no coincidían con su proyecto político ni asumían su autoproclamada condicion de guachimanes constitucionales.

Y no es verdad que en medio del fragor de unas primarias internas, en la que decenas de diputados de esa corriente aspiran a nominaciones, el danilismo iba a ceder el control de los recursos, las influencias y el poder que derivan de la presidencia de la Cámara de Diputados a esos agresivos adversarios internos que enfrentarán en todos los niveles de elección el próximo 6 de octubre...

Mucho menos cuando ese leonelismo se encuentra en una especie de cruzada para que la Constitución no se modifique. Y todo indica que en esta legislatura se conocerá un proyecto de reforma que habilitaría a Danilo y reunificaría las elecciones municipales con las congresuales y presidenciales. Algo que, lo admitan o no, interesa a la enorme mayoría de los actores políticos y sociales del país.

Y aunque la molestia del leonelismo se entiende, no dejan de sorprender algunas reacciones... Al parecer pensaban que el danilismo continuaría aguantando los golpes callado. Que no habría repercusiones por las agresiones y que al final todos acudirían sumisos a los pies del “mesías redentor”.

Un cálculo infantil. Porque si bien el danilismo se encogió en medio del temporal, a la espera que se abriera una rendija por donde colar una reforma constitucional que permitiera la repostulación del Presidente, esa situación cambió. Ya no les interesa acuerdos. Saben quiénes son sus adversarios y los van a enfrentar en todos los frentes, sin contenerse en aras de una unidad inexistente e irrecuperable.

Sin importar consecuencias estratégicas, Leonel y su gente tomaron la decisión táctica de pelear, hacer rabiosa oposición al Gobierno, encabezar protestas callejeras y organizar equipos de sicarios de redes sociales para mentir, manipular y amenazar.

Se supone que midieron las consecuencias... Porque, cuando usted siembra viento cosecha tempestades... Y apenas comienzan a sentir las primeras ventiscas del temporal que se avecina.

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