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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

Arriba el gobierno del padre Luis

Transcurría la primera mitad de los años ochenta, ni más ni menos, cuando fui víctima de un curioso incidente. Deseoso de hacer el bien me familiaricé con un señor desamparado, experto en empinar el codo.

Haciendo acopio de mis conocimientos de sicología pastoral, logré que esta persona dejara de beber y de dormir en la calle.

Ufanado del cambio logrado, lo empleé como vigilante de las oficinas parroquiales, para ganarse así el pan con el sudor de su frente, aunque realmente no había que sudar mucho en ese oficio.

Todo caminó color esperanza; hasta lo llamaban DON. Pero de repente Cupido tocó su corazón y se enamoró de una dama recauchada. Y ahí fue que la puerca retorció el rabo.

Sus cortejos amorosos caminaban sobre rueda y la dama daba muestras de asfixie por él. Pero algo pasó y de repente la señora le dijo: “caso cerrado”.

Todo se derrumbó. Nuestro amigo retomó la bebida y la calle volvió a ser su casa.

Pero era un alma noble y quiso demostrar su agradecimiento.

Comenzamos entonces a disfrutar de una apología nocturna, entre las tres y cinco de la madrugada, a galillos batientes; gritos estentóreos que superaban los decibeles permitidos en la noche y que dejaban enanitos los ronquidos clásicos de esas horas.

Nuestro personaje ofrecía al vecindario una propaganda que cualquier político hubiera ambicionado para su campaña.

En medio del silencio de la noche repetía una y mil veces: “¡Arriba el gobierno del padre Luis!”. Y añadía: “¡El padre Luis es mi pai!”.

Lo que al inicio pareció jocoso, a pesar de la interrupción del sueño, se tornó emergencia barrial, que motivó a hacer una cadena de oración, para que me cambiaran de parroquia. Me sumé a la oración, pues tenía los buches rojos de vergüenza.

El decreto no se hizo esperar. Con mi maleta al hombro, emigré.

Pero la fiebre no estaba en la sábana y el cambio de gobierno no solucionó el problema; nuestro amigo continuó su campaña repitiendo, noche tras noche: “¡Arriba el gobierno del padre Luis!”

Tremenda lección para quienes creen que solamente con los cambios de gobierno se solucionan los problemas, olvidándose del cambio espiritual de las personas.

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