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PUNTO DE VISTA

Basura: problema por corregir

Cincuenta y ocho años de enojo, molestia y angustia.

Estamos todavía en el período de transición, que es la vez enseñanza.

Nos domina el desorden y la corrupción que se imponen con fuerza; es decir, todo lo que condujo al país a la ruina en el pasado.

Salimos de la era de Trujillo llenos de esperanza de que las cosas cambiarían a mejor, y logramos muchas correcciones que han contribuido a reverdecer social, cultural, económica y políticamente, sin embargo, también ha crecido la enfermedad del Yo, de acapararlo todo.

Ese impulso de tener siempre más que ha contribuido a la depredación sistemática que políticos, militares y empresarios han hecho de las instituciones públicas. Es la ola más alta de codicia emprendida por la generación más voraz de vividores que conoce la historia política de la República.

Pero la mayor crisis moral con la que nadamos contracorriente es la de abandonarnos al desorden y la desmesura de vivir haciendo lo que nos viene en gana.

Nos fijamos en todo y en nadie al mismo tiempo. El exceso lo pagamos todos.

Es lo que nos viene sucediendo con la basura tan irresponsablemente manejada por la ciudadanía y las autoridades que convierten en vertedero cualquier espacio público: cañadas, lechos de ríos, calles, alcantarillado, laderas de montañas etc. Gravísimo problema para el medio ambiente.

Planes y retórica en un marco prometedor de acciones futuras.

Recientemente, el señor embajador de Alemania, su excelencia, Volker Pellet, sugirió aplicar “políticas para mayor protección ambiental y garantizar la calidad del turismo”; “que es urgente y necesario disponer de la basura y desperdicios sólidos principalmente del plástico”.

No hay duda que esto contribuiría atrayendo más visitantes, que como todo el mundo sabe, buena parte de sus efectos positivos lo tiene la eliminación de la basura.

Es válida su advertencia por los peligrosos daños que ese descuido implica.

La realidad es que si el turista se aventura a salir del hotel y conocer la calle, el mercado, el transporte..., no vuelve.

Es la pequeña gran guerra de oportunidad que tenemos que librar, ahora, para preservar el mañana.

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