Las plazas

Con el rescate, remozamiento y entrega de la Plaza La Trinitaria, en Distrito Nacional, la alcaldía de esa demarcación (ADN) realiza un acto de justicia, tanto a la municipalidad, como al legado y la memoria de los padres de la patria.

Y es que, fundada en 1966 y uno de los íconos de la ciudad capital, el monumento levantado a la entrada del puente Juan Pablo Duarte, justo entre la avenida 27 de febrero y las calles Josefa Brea y París, había llegado a los más degradantes niveles de abandono.

Convertida en una zona pestilente y oscura, la plaza fungía como refugio de deambulantes, guarida de delincuentes y escenario de robos, atracos y violaciones. Fueron muchos los reclamos para que se le pusiera atención a esta importante estampa de la arquitectura distrital, que por demás, cuenta con una emblemática obra del extinto escultor Antonio Prats Ventós, erigida en honor a la sociedad secreta la Trinitaria.

De ahí la importancia de esta acción por parte del alcalde David Collado que devuelve el esplendor a una zona que es una especie de puerta de entrada a la ciudad, al tiempo de proveer un espacio de integración y esparcimiento para los visitantes nacionales y foráneos.

La de La Trinitaria se suma a la intervención de la ADN al monumento Fray Antón de Montesinos en el malecón, reconvertido del antro que por más de 20 años fue, a un vistoso espacio multiusos de gran categoría. Ejecuciones a las que hay que garantizarles vigilancia y mantenimiento, pero que se reconocen y se aplauden.