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FE Y ACONTECER

“Pidan y se les dará...”

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CARDENAL NICOLÁS DE JESÚS LÓPEZ RODRÍGUEZSanto Domingo

Domingo XVII del Tiempo Ordinario 28 de julio 2019 - Ciclo C

a) Del libro del Géneis 18, 20-32. El Patriarca Abrahán intercede por Sodoma, regateo al que Dios no se sustrae, él intenta hacer valer la solidaridad a favor de los impíos y así logra rebajar la cifra inicial de 50 justos a 10, como condición para el perdón de la ciudad pecadora. El Señor no encuentra esos diez justos, Sodoma y Gomorra serán destruidas sin remedio.

Queda patente la eficacia de la súplica pertinaz y, sobre todo, la misericordia del Señor, dispuesto siempre a perdonar. Y es que la oración requiere por sí misma una actitud humilde y sencilla en el orante. Abrahán, intercede por Sodoma porque está convencido de la justicia divina e intuye que Dios no actuará contra el malhechor llevándose también al justo. En efecto, el castigo que viene sobre la ciudad pecadora no alcanza a Lot, sobrino de Abrahán.

b) De la Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 2,12-24.. El rechazo del Apóstol es total; vuelve a repetir lo que ya afirmó al comienzo de la carta: Cristo está por encima de todo, “es la cabeza de todo mando y potestad”. Él es la divinidad encarnada y “de él reciben ustedes su plenitud”. Seguidamente, les expone con una serie de imágenes hasta qué punto los creyentes encuentran en Cristo la plenitud y el sentido presente y futuro de sus vidas. En este pasaje queda claro que el bautismo es un signo visible de esta realidad invisible y fundamental; es la agregación a una comunidad. Es participación y comunión real en la muerte, sepultura y resurrección de Jesús. Cristo en la cruz es la contrapartida que Dios ofrece al mundo realizando y ofreciéndole la reconciliación.

c) Del Evangelio de San Lucas 11, 1-13. Este pasaje tiene tres partes: el Padre nuestro, la parábola del amigo inoportuno en la noche y la eficacia y necesidad de la oración.

El Padre nuestro es la oración cristiana por antonomasia, de alabanza, súplica, petición, acción de gracias y conversión. Es la única oración que Jesús enseñó y de las dos partes en que se agrupan sus siete peticiones, la primera es de alabanza y se refiere a Dios mismo con tres peticiones: santificación de su nombre, venida de su Reino y cumplimiento de su voluntad. La segunda tiene cuatro peticiones para nosotros y para los demás: el pan de cada día, perdón de nuestras ofensas, victoria sobre la tentación y liberación del mal.

Jesús pondera la necesidad de la oración persistente con la parábola del amigo inoportuno en la noche. Dios es quien escucha desde dentro al que llama, y acabará escuchándonos porque Él es bueno.

El Señor dice que es necesario insistir en la oración: “Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla y al que llama se le abre”. “Si ustedes que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo piden?”.

El hombre siempre estará necesitado de un encuentro personal con Dios y la oración le da esa oportunidad de hacerlo consigo mismo y con su Padre Dios, de dialogar con Él, de purificarse personalmente.

¡Felicito y bendigo de corazón a los padres dominicanos en su día!

Fuente: Luis Alonso Schˆkel: La Biblia de Nuestro Pueblo. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.

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