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EL CORRER DE LOS DÍAS

Aventuras de Simón el Mago

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MARCIO VELOZ MAGGIOLOSanto Domingo

En tierras de Samaria, lugar donde arribaron casi luego de la muerte de Jesús, su discípulo Pedro, y el seguidor temprano de Cristo, llamado Felipe, y otro personaje quien predicaba a su modo, un prestidigitador al que llamaban Simón el Mago. Se decía que, manejaba con fluidez los milagros, y los samaritanos le veían como un seguidor de Cristo, puesto que llegó a pedir el bautizmo para continuar con la secuencia “milagrosa”, que le daba categoría de “dios”.

Simón el Mago fue contemporáneo de los seguidores de Jesús, y según se narra en “Los Hechos” de los apóstoles, la multitud le aclamaba porque sus “milagros” eran tan evidentes, que nadie podía ponerlos en dudas. ‘Shimon Magus’ actuaría cerca del año 30 o 35 después de Cristo, su fecha de nacimiento es desconocida, pero nadie duda de que era contemporáneo de Juan y Pedro, lo mismo que de Felipe, nuevo en el grupo, pero asimismo predicador de la doctrina de Jesús.

¿Dónde estaba el secreto para consolidar los milagros, sería en la ‘imposición de manos’ con la que luego del bautizmo, los discípulos afirmaban que, el bautizado recibía los dones del “Espíritu Santo?”.

Convencido de que los poderes de los discípulos podrían conseguirse comprándolos, Shimon Magus (Simón El Mago), le ofreció a Felipe, adquirir las acciones o el método usado por el mismo, para “hacerse” mago completo, cuando hubiese conseguido los dones de la santidad espiritual. A la negativa de Felipe por la escandalosa propuesta y aún luego de ser bautizado para iniciar la búsqueda interesada, Shimon, fue, por el rechazo, enemigo de la naciente cristiandad. Cubrió su propio camino, no solo en Samaria, donde había nacido, sino en Roma, la capital del Imperio, donde sus sorprendentes habilidades aprendidas en Alejandría, parecieron incrementarse.

Según citas de Gonzalo del Cerro, escribiendo acerca de las Homilías Griegas del Pseudo Clemente, y en datos consignados por los hermanos Aquilla y Clemente, el Mago Simón, según se desprende de los hechos, más que un productor de milagros era un notable prestidigitador, que podía caminar sobre el fuego, metamorfosear las piedras en pan, se podía transformar en serpiente, y hacia trasladar los enseres de la casa de un lugar a otro. Sin embargo, la milagrería de Shimon no estaba completa, diciéndose él mismo, ser un dios, y con una amante, salida de los prostíbulos de Tiro. Cuando preguntó a Felipe cuánto era el precio para conseguir el Espíritu Santo, para aprender a imponer las manos milagrosas, al través de las cuáles el mismo descendía. Éste se incomodó por desear la compra de la divinidad y sus poderes, llamánda luego a esto, “simonía”, resultando ser escandalosa.

Simón El Mago terminó asociado a su propia deshonra, creyendo que era posible comprar la voluntad del Dios de los cristianos para completar sus “bienes mágicos”. Su nombre recorrió durante el mundo del plagio hasta siglos posteriores, llenando historias varias, mezclas de tradiciones de todo tipo, de donde el personaje ha resultado con las muchas biografías con las que la ficción crea vidas nuevas, historias estrambóticas y compartición sectaria de las mismas imaginaciones, para épocas diferentes.

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