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EL BULEVAR DE LA VIDA

La Coalición y el PRM

Aunque la “marcha contra la corrupción, la impunidad y el secuestro institucional” fue una iniciativa del movimiento político Coalición Democrática, el poder de convocatoria lo tenía el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y lo utilizó. Gracias a ese apoyo la marcha fuera exitosa, pues lo de la Coalición no es la cantidad sino la calidad.

Que la Coalición que es el oráculo ético, periodístico e intelectual de la oposición al PLD apoye públicamente al PRM, representa una gran oportunidad y un desafío mayor para esa organización que tiene ahora la tarea de convertir en cantidad el aporte que la Coalición le ha ofrecido a través de las calidades ciudadanas de muchos de sus miembros. Ya era tiempo de que la oposición entendiera que en política “se barre para adentro” y, luego, si fuera necesario, se fumiga, que mis amigos de Truly Fumigaciones lo hacen muy bien y a módicos precios.

Este importante apoyo de la Coalición, el PRM debe convertirlo no solo en cantidad, sino también en confianza. Hablo de generar confianza en un electorado que, como Alejandro Sanz, tiene “el corazón partío”, pues en esta democracia nuestra, tan autoritaria y faltosa ella, cada nuevo gobierno ha sido apenas el anticipo de un desengaño, pues tradicionalmente el precio que han pagado nuestros partidos supuestamente progresistas para llegar al Gobierno -sean estos revolucionarios o liberadores- ha sido el dejar de serlo. Al paso de tantos desengaños, el del Partido Moderno podría ser un gobierno de anticuados, fósiles de ideas y pensamientos que, al fin, peores cosas y transformaciones peores hemos visto. No olviden que los intermedios del PLD se llamaban Ho Chi Minh y Che Guevara, para no hablar de aquella disciplina espartana del PLD boschista, hoy enterrada no “a la izquierda del roble”, sino a la derecha de la mata de limoncillo de la Casa Nacional, según me cuentan.

En lo fundamental, por no generar confianza en el electorado es que la oposición no ha sido capaz de vencer al PLD desde 2004. Y es que para ganar elecciones no bastan las buenas intenciones, ni siquiera bastan los errores del adversario (el actual aloque full de los peledeístas, por ejemplo,) sino que usted, señor opositor, debe convencer al electorado de que votarle no es un salto al vacío. He ahí la naiboa de la lucha electoral.

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