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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

La condena de Juan Hus

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

A pesar de estar condenadas, Juan Hus, rector de la universidad de Praga, siguió propalando las ideas de Wicklif, al igual que su seguidor, Jerónimo de Praga.

Muerto Alejandro V en 1410, le sucedió Juan XXIII, quien predicó una cruzada contra el rey de Nápoles. Juan Hus se opuso a esa cruzada, financiada con indulgencias. El rey Wenceslao defendió a Juan XXIII. Hus predicaba, que la única Iglesia verdadera era “espiritual e invisible, constituida por solos los predestinados”.

Provisto de un salvoconducto, Hus se presentó ante el Concilio de Constanza en noviembre de 1414. Ya en diciembre estaba preso, por desobedecer la prohibición de presidir la Eucaristía y predicar.

Hus fue procesado en varias ocasiones durante 1415. Defendió que “si un papa u obispo cae en pecado mortal, ya no es papa ni obispo, y lo mismo se diga de un rey”. Segismundo, que estaba presente comentó: --No hay en toda la cristiandad hereje mayor que Husóy al predicador checo, le dijo: --Hus, nadie está sin pecado--. Trataron de intimidarle quemando sus escritos el 24 de junio, pero Hus mantuvo sus convicciones. Fue condenado el 6 de julio. Con serenidad, caminó hasta la hoguera mientras rezaba: “Jesús, Hijo de Dios vivo, te compasión de mí”.

Dos leyendas se asocian a su muerte. Cuentan que una viejecita acercó un pedazo de leña a la hoguera, mientras Hus exclamaba: ¡Oh, simplicidad santa! Otra: que Hus, cuyo nombre en checo también significa “ganso”, habría dicho: -- hoy asáis un ganso, pero de mis cenizas nacerá un cisne a quien no podréis asar--, aludiendo a Lutero. Jerónimo de Praga, primero abjuró de Hus, luego lo apoyó. Murió en la hoguera en mayo del 1416. Al ajustarle en la cabeza el gorro de hereje, afirmó: --también Cristo fue coronado de espinas-- (Villoslada - Llorca - Montalbán BAC 199, 1967, 2™ edición, 289 - 294).

Bohemia entera se sublevó. Por primera vez en la cristiandad occidental una nación completa se separaba de Pedro, pretendiendo encarnar el verdadero cristianismo. Rechazaban la tradición, basados en la enseñanza de un individuo, apoyado en la Biblia. ¿Caía una sola piedra o empezaba un alud? (Nueva Historia de la Iglesia, III, 1966, 459). Ahora, el concilio debía reformar la Iglesia y elegir papa.

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