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PASADO Y PRESENTE

El secuestro de Galíndez (II)

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Juan Daniel BalcácerSanto Domingo

A prima noche del 12 de marzo de 1956, tras concluir su labor docente en la Universidad de Columbia, Jesús de Galíndez se dirigió al piso donde residía, ubicado en un exclusivo sector del bajo Manhattan, próximo a la Universidad de New York. Se sabe que llegó a su apartamento, pero se desconoce con exactitud a qué hora -y con quién- salió de nuevo. Lo que sí se sabe es que, esa misma noche, Galíndez fue secuestrado y sacado de Estados Unidos con destino a la República Dominicana.

Según expertos en materia de inteligencia, el secuestro fue un operativo casi perfecto, aunque sobremanera arriesgado, por tratarse del rapto de un ciudadano extranjero residente legal en Estados Unidos y quien, por lo demás, fue sacado clandestinamente del territorio norteamericano. Desde que trascendió la noticia de la desaparición del profesor vasco, de inmediato los grupos hispanos radicados en New York, especialmente los del exilio dominicano, denunciaron al dictador Trujillo como responsable del hecho. La prensa norteamericana, por un lado, y la Universidad de Columbia, por el otro, también reaccionaron ante tan sospechosa desaparición, y exigieron al Departamento de Policía de NY, al igual que a otros organismos competentes, que investigaran y esclarecieran el hecho cuanto antes. Al principio, el FBI mantuvo una actitud expectante, alegando incompetencia de jurisdicción para involucrarse en la investigación, mientras el llamado “caso Galíndez” pronto adquiría características de un insondable misterio. Simplemente, Galíndez desapareció de la faz terrestre sin dejar rastro alguno.

Transcurrieron varios meses sin que nada concreto se pudiese establecer en torno al paradero de Galíndez, hasta que en Santo Domingo se produjo otro crimen que contribuyó enormemente a complicar aún más las cosas para Trujillo. “En todo crimen -escribió Manuel de Dios Unanúe- siempre hay alguien que comete un error, y en esta ocasión fue Trujillo el responsable del mismo, cuando ordenó ejecutar al piloto norteamericano en la República Dominicana, el 3 de diciembre de 1956, para eliminar todos los testigos y encubrir el secuestro”. Ciertamente, el inexplicable asesinato de Gerald Lester Murphy, el piloto que cubrió la ruta NY-Miami-Monte Cristi, con Galíndez a bordo, generó una insospechada secuela de crímenes que culminarían inculpando directamente a Trujillo como el principal responsable del secuestro y muerte de Jesús de Galíndez.

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