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PENSANDO

Bocinas

Hay conductores que tocan la bocina y no pueden avanzar en el tránsito de sus aspiraciones morales; se llenan la boca de adulonerías y el bolsillo de lisonjerías. Como el torrente que rueda por las montañas y destruye todo lo que arrastra, así la opinión ruidosa aplasta a la razón en aquél que se somete al escrutinio de sus acciones públicas responsables.

Hay bocinas que no logran afinar el ruido que provocan los altos decibeles de su sonido, porque la veracidad de los principios con que las tocan, no se justifica con sus reales propósitos. En el tránsito por la vida debemos tocar la bocina, para detenernos y hacer detener a los que infringen las leyes que nos facilitan el libre tránsito que todos merecemos, para alcanzar mejores reivindicaciones sociales en nuestro camino. El ruido que provoca una bocina no solo debe escucharse en las inmediaciones de sus propios intereses, sino llegar al oído de todos los ciudadanos que justamente deben recibir una parte del patrimonio de todos. Cuando toquemos nuestra bocina, pensemos en la equidad social de las grandes mayorías.

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