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PASADO Y PRESENTE

Galíndez y Trujillo

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JUAN DANIEL BALCÁCERSanto Domingo

Diversos historiadores y especialistas en el estudio de la dictadura de Rafael L. Trujillo coinciden respecto de que el secuestro y posterior asesinato de Jesús de Galíndez constituyó un factor de singular incidencia, mas no el único, en el paulatino proceso de deterioro que experimentó ese régimen despótico a partir del año 1955. ¿Quién fue ese personaje, y cuál su relevancia política, para que su desaparición física provocara parte del alud que, andando el tiempo, arrastró y sepultó para siempre a la tiranía trujillista?

Jesús de Galíndez Suárez (1915-1956), abogado de profesión, fue un ciudadano español, de origen vasco, quien desempeñó un papel importante dentro del Partido Nacionalista Vasco. En tal condición participó en la Guerra Civil española del lado republicano; pero, cuando las fuerzas falangistas lideradas por Francisco Franco derrotaron a los republicanos, Galíndez se vio compelido a tomar el camino del destierro, radicándose en París, junto con los principales dirigentes del PNV. Hacia 1939 formó parte de un numeroso grupo de refugiados republicanos españoles que fueron acogidos por el régimen de Trujillo. Residió en República Dominicana durante seis años, específicamente en la ciudad de Santo Domingo. Fue profesor de Ciencias Jurídicas en la Escuela de Derecho Diplomático y Consular de la Cancillería; Secretario del Instituto de Legislación Americana Comparada y también consultor legal del Ministerio de Trabajo. Para una persona de su experiencia y formación política no resultó difícil comprender que el Santo Domingo de Trujillo no era el hábitat ideal para su quehacer intelectual, y mucho menos para su proyecto político, cuyo principal objetivo era propiciar el derrocamiento de Francisco Franco en España, viejo aliado de Trujillo. Como miembro del Partido Nacionalista Vasco, y por demás representante del gobierno vasco en el exilio, a partir de 1942 Galíndez se incorporó al FBI en calidad de informante. Tal paso respondió a un acuerdo de colaboración suscrito entre esa agencia de inteligencia y José Antonio Aguirre, el Presidente del gobierno vasco con sede en París. Se dice que posteriormente Galíndez también colaboraría con la Agencia Central de Inteligencia. Mientras permaneció en tierra dominicana, Galíndez no confrontó problemas con el sistema dictatorial y tampoco fue de los que se prestaron para dedicarle ditirambos a Trujillo.

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